sábado, 28 diciembre, 2024
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Celeste Cid reveló el calvario que vive hace 20 años con un acosador

Celeste Cid hizo pública en sus redes una denuncia por acoso. En Instagram reveló que un hombre le envía mensajes amenazantes, fotos y videos desde que tenía 15 años.

“Este es un botón antipánico”, mostró en sus redes.

En una serie de posteos, relató su calvario: “Cuando tenía 15 años empecé a recibir regalos en mi lugar de trabajo: cajas con fotos mías recortadas de revistas junto a decenas de preservativos usados, y muchas cartas».

«El tiempo pasó y las redes sociales volvieron a traer a esta persona, quien no sólo no paraba de escribirme a mí por cuanta vía encontrara, sino que además lo hacía con mi familia, mis amigxs, conocidos y compañerxs de trabajo”, contó.

“Ante los bloqueos a los que tuvimos que recurrir -a las reiteradas cuentas que esta persona seguía abriendo- empezó a cambiar el volumen y cada vez fueron más fuertes el hostigamiento y las amenazas”, continuó.

En otra historia, contó cómo esta persona se le presentó en Uruguay, donde no tiene nada que lo frenara a acercarse a ella, a diferencia de en Argentina que hay una perimetral.

«Este es el segundo botón antipánico que tengo, debido a que esta persona se presentó en la Feria del Libro de Uruguay (donde estuve hace casi 2 meses), y al estar fuera de Argentina (en donde tiene una perimetral y no puede acercarse) tuvo la lucidez de si hacerlo allí, donde la perimetral no tiene alcance”, explicó.

Por suerte la policía pudo reconocerlo y frenarlo antes de que llegue a la sala donde me encontraba presentando mi libro. Estamos a la espera de que un juez vea la gravedad del comportamiento que esta persona mantiene por más de 20 años. Hoy, ya me genera miedo. No puedo desoír sus amenazas”, expresó.

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El cuestionamiento de Celeste Cid a la Justicia

Cid se cuestionó el trato de la Justicia ante los casos de acoso: “Ayer pensaba: ¿por qué termino yo con la sensación de ser la que está ‘encerrada’, con un botón antipánico y un policía en la puerta de mi casa cuidándome de las amenazas? ¿No debería ser al revés? ¿Yo caminando tranquila por la calle, yendo y viniendo, y él recibiendo el tratamiento adecuado?”.

“Me queda esta sensación, la de un sistema que con sus leyes y tiempos sigue poniendo a las mujeres en una zona de encierro, y a las personas que necesitan sostén en salud mental: en una zona de abandono”, reflexionó.

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