Las ideas de las novelas de ficción especulativa, demuestra Michel Nieva en “Ciencia ficción capitalista” (Anagrama), un admirable ensayo sobre entretelones de la realidad política y el momento actual, son el fundamento de las falaces utopías de magnates como Musk, Bezos, Zuckerberg y sus acólitos políticos. El argentino Nieva, profesor en la Universidad de Nueva York, ha publicado entre otros libros “La infancia del mundo” y “Tecnología y barbarie”. Dialogamos con él.
Periodista: ¿Por qué reflexionar sobre la ciencia ficción llevó a tener que hablar de Donald Trump, Elon Musk y Javier Milei?
Michel Nieva: Cuando escribía mi novela “La infancia del mundo”, que imagina el fin del mundo, me puse a leer novelas y ver películas que tratan del fin de la especie humana y la destrucción del planeta. Todas eran muy parecidas, como si el fin del mundo fuera el fin de la imaginación. Mientras el capitalismo tecnológico tenía imaginaciones más creativas y potentes para dar solución al cambio climático o la pandemia, muchos de esos planes utópicos, redentores, estaban inspirados en las ideas y estética de novelas de la edad de oro de la ciencia ficción. Me di cuenta de que el narrador o el lector de ciencia ficción están entrenados para entender las propuestas de Musk, Bezos o Milei porque saben de donde las tomaron.
P.: ¿Qué hizo que dirigentes del capitalismo global hallaran en la ficción especulativa su utopía?
M.N.: En una época donde no hay soluciones políticas para urgencias económicas, sociales o ecológicas, el capitalismo propone el avance tecnológico como solución. En eso coincide con la ciencia ficción inicial en un fuerte optimismo en la tecnología para resolver los problemas de la humanidad. Esa utopía les permite, a la vez, seguir amasando su fortuna, y criticar al Estado por impedir con impuestos seguir desarrollándose, que es el camino para solucionar los problemas, que ellos mismos generaron.
P.: ¿Cómo esos dirigentes logran volverse populares?
M.N.: En un tiempo del fracaso de las ideologías, de vacancia para las mayorías de una identidad que las represente, esos personajes de fuerte personalismo convocan a esas mayorías ante el fracaso, por ejemplo, del multiculturalismo de las democracias liberales. Las mayorías que se sienten empobrecidas no encuentran un discurso que las redima y crece en ellas un silencioso rencor. Ese resentimiento, de quienes se sintieron vapuleados por el progresismo, es hábilmente utilizado por Trump o Musk.
P.: ¿Qué hizo que la bohemia hippie y los yuppies se volvieran de derecha?
M.N.: En “Ciencia ficción capitalista” investigo el nacimiento de la “ideología californiana”. En los 90 se fusiona la bohemia hippie de San Francisco, la contracultura, con el pragmatismo yuppie del emergente tecnológico de Silicon Valley. Las corporaciones se apropian de las prácticas de los transgresores y les proponen un radicalismo cool. De la comunión de esas tribus emana un odio rabioso al Estado y su intervención en las libertades individuales y empresariales. Actitud fomentada por las nuevas empresas de software y computación.
P.: ¿Por qué esas personas adoptan el estilo y la rebeldía de héroes de las novelas de ciencia ficción y fantasía heroica?
M.N.: Cuando surge la literatura cyberpunk las corporaciones de Silicon se apropian de personajes como el hacker, el forajido inteligente que sabe manejar la tecnología, y escapar del inepto y corrupto Estado. Un antihéroe libertario, individualista, que lucha en un mundo opresivo y cruel. Esas ideas permiten a los yuppies disfrazar sus empresas de lugares de lucha humanitaria. “Snow crash” de Neal Stephenson es la obra de cabecera. En ese tiempo en la cumbre están Steve Jobs y Bill Gates, magnates que aún participan de la sociedad mediante la beneficencia y la filantropía. Hoy los hiper magnates mesiánicos se embanderan como salvadores de la humanidad convencidos de que saben lo qué hay que hacer. Mezclan tecnología de punta con narrativas primitivas como la del patriarca que salvará a la humanidad de la catástrofe, eso los hace muy convocantes a falta de personalidades fuertes que representen a la sociedad.
P.: Elon Musk ahora pasó a actuar en política activamente, llegó a la Casa Blanca…
M.N.: La política de nuestra época es efecto de las corporaciones que Musk y compañía dirigen. Desde 2010 se descubre que las imágenes, acciones y dichos que más interacciones provocan en YouTube y en las redes sociales tienen que ver con el odio. Ahí se empiezan a viralizar videos que tienen que ver con fake news. Se instalan pasiones que se terminan instrumentando como pasiones políticas en Trump, Bolsonaro o Milei. La política de nuestra época es efecto de cómo se circula en las redes sociales, algo que ya fue denunciado en la ciencia ficción clásica. La arena política de estos personajes son las redes sociales, de las que en muchos casos son dueños estos magnates. Y los presidentes son solo personajes menores dentro de este mundo tecno capitalista. Esto explica porque estos magnates, en ciertos casos, han decidido empezar a actuar directamente en la más alta política.
P.: ¿Su ensayo es el aporte argentino al pensamiento crítico de, entre otros, Yuval Noah Harari, Mark Fisher, Franco Berardi?
M.N.: Desde el sur es más claro ver las falacias de las utopías de la ciencia ficción capitalista. Lo que permite que esas utopías funcionen es dejando de lado sus efectos en el sur. Por ejemplo, los autos eléctricos de Musk se ofrecen como una tecnología verde que va a solucionar el cambio climático porque no va a lanzar carbono, pero para fabricar sus baterías se usa litio que se extrae con graves consecuencias ecológicas y humanitarias en Argentina, Chile y Bolivia. Esas pilas son insustentables, están hechas para celulares, que consumen menos energía, pero no para autos, y se vuelven obsoletas rápidamente. Esas utopías verdes e interplanetarias reposan en descartar sus efectos en el Sur Global. Una intervención crítica desde el Sur permite ver de forma más amplia esa narrativa del norte.
P.: ¿En qué está ahora?
M.N.: En otro ensayo, esta vez sobre la ciencia ficción y las fantasías utópicas respecto a la inteligencia artificial.