De acuerdo con el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, la “decisión más difícil” que tomó durante su sexenio —que abarcó de 2006 a 2012— fue haber declarado la “guerra contra el narcotráfico”.
En entrevista con Óscar Mario Beteta para El Heraldo Radio, el exmandatario mexicano dio a conocer las razones que lo llevaron a combatir a la delincuencia organizada con la ayuda de las fuerzas armadas. Pese a las críticas recibidas por su lucha contra el narco, Calderón justificó sus acciones de seguridad bajo un sentido “ético”.
El 10 de diciembre de 2006 —a tan sólo 9 días de haber tomado posesión como presidente de la República tras unas polémicas elecciones tachas de “fraude”—, Felipe Calderón ordenó el despliegue de más de 6 mil elementos del Ejército en la región de Tierra Caliente, en lo que se denominó “Operativo conjunto Michoacán”.
Para ese entonces, Michoacán (de donde es originario Calderón) se encontraba sumergido en una serie de hechos violentos por la presencia de grupos criminales, como la Familia Michoacana. En septiembre de ese año sucedió un cruento episodio que daba cuenta de lo anterior: cinco cabezas humanas fueron arrojadas en un centro nocturno de Uruapan.
El despliegue del Ejército en Michoacán era la antesala para la llamada “guerra contra el narcotráfico”. Posteriormente, los operativos se extendieron a otros estados del país, como Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) indica que, entre 2008 y 2011, “se recrudeció la violencia en contra de la población usando de pretexto la guerra contra el crimen organizado que dejó millones de víctimas presentadas como ‘daños colaterales’”, según el pronunciamiento DGDDH/028/2023.
Uno de los efectos de dicha “guerra” fueron las más de 22 mil personas desaparecidas que ocurrieron en su sexenio, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED). Durante ese periodo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó más de 120 mil homicidios.
Pese a ello, Felipe Calderón expresó ante Óscar Mario Beteta no sentirse arrepentido por haber declarado la guerra contra el narco. El expresidente señaló que, por un sentido ético, decidió combatir a la delincuencia con el uso de la fuerza.
“Tú tienes en tus manos una decisión que es ‘o combates o toleras a la delincuencia’. Yo tomé la decisión de combatir con todo el peso de la ley a la delincuencia y no me arrepiento de esa decisión. Sigo pensando que esa es la correcta, es lo que debe hacerse en términos éticos”, aseveró el exmandatario federal.
Si bien Calderón reconoció que la violencia se recrudeció durante su sexenio, precisó que no fue por su combate al narcotráfico, sino por la expansión de las mismas organizaciones criminales que se disputaban territorios clave con otras agrupaciones delictivas, un modelo que se implementó a inicios del siglo XXI.
“Se dice que por haber enfrentado a la criminalidad empezó la violencia en México. Eso no es cierto. Efectivamente, la violencia se incrementa cuando yo soy presidente, pero no es por lo que hace el gobierno, es porque los criminales a principios de este siglo empezaron a tener un comportamiento que aún no estaba debidamente explorado, que es la expansión territorial”, explicó.
Bajo el argumento de “enfrentar a los delincuentes”, Calderón recurrió a lo que en la teoría constitucional se denomina “violencia legítima”, mediante la cual se hizo uso de la fuerza pública para combatir a los grupos implicados en el tráfico de drogas.
En la entrevista con Óscar Mario Beteta, Felipe Calderón fue cuestionado por el papel que desempeñó Genaro García Luna en su sexenio, particularmente en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Esto debido a su involucramiento en el trasiego de cocaína y los nexos que logró formar con el Cártel de Sinaloa, razón por la cual fue condenado a 38 años de prisión en Estados Unidos.
Aunque admitió que en su administración probablemente hubo “traiciones”, reiteró que su gobierno sí combatió a todos los grupos criminales que operaban en ese entonces, desde Los Zetas hasta el Cártel de Sinaloa.
“Pudo haber desde luego deslealtades o traiciones, independientemente del caso de García Luna (…) Pero ha quedado muy claro en México y fuera de México que en mi gobierno sí combatimos, y con todo, a los criminales, y además les dimos duro a las bandas delincuencias, a todas”, aseguró.
Respecto al juicio de García Luna (realizado en febrero de 2023 en Nueva York por actos de narcotráfico), Calderón cuestionó el hecho de que todos los testigos colaboradores que se presentaron eran criminales que fueron capturados o extraditados en su gobierno, como Jesús Zambada García, hermano de Ismael ‘El Mayo’ Zambada (cofundador del Cártel de Sinaloa).
Pese a que García Luna se encuentra en una prisión de Estados Unidos por sus vínculos criminales, el expresidente de México volvió a justificar su guerra contra el narco bajo un sentido ético y constitucional.
“La decisión fundamental, ética, legal, constitucional, es ‘o combates o toleras a los criminales’, ‘o defiendes a las familias o les das la espalda’, ‘o te pones del lado de los ciudadanos o te pones del lado de los delincuentes’. Yo me puso del lado de la ley”, sostuvo.
A lo largo de los 100 días de su gobierno, la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ha criticado la “guerra contra el narcotráfico” liderada por Calderón, debido a que se generaron “condiciones de excepción” para matar.
Por ello, Sheinbaum Pardo advirtió que en su administración no se realizaría una “guerra” contra el narco; en cambio, implementó una estrategia de seguridad enfocada en cuatro ejes: atender las causas que originan la violencia, fortalecimiento de la Guardia Nacional, robustecimiento de la inteligencia e investigación, así como la coordinación de todos los niveles de gobierno.