viernes, 17 enero, 2025
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«Una amargura»: por la sequía, se derrumban las proyecciones de cosecha

La falta de lluvias en gran parte de la zona agrícola argentina ha provocado un «giro inesperado» con un marcado deterioro de los cultivos de verano como maíz, soja y sorgo. Hace un mes que no llueve y el estigma de la sequía vuelve a tener en vilo a los productores. «Es una amargura ver esto«, expresó Dante Garciandía, productor del partido bonaerense de Carlos Tejedor, observando un lote de maíz que se «quemó» en pocos días en medio de la ola de calor.

«Es un desastre, venimos de dos años anteriores muy malos, el productor está recomplicado, desfinanciado. Si no llueve en una o dos semanas -y no hay pronóstico de grandes lluvias- no se van a salvar los cultivos, se van a perder un montón”, avizoró Garciandía.

Dante Garciandía, productor de Carlos Tejedor, recorriendo un lote de maíz muy perjudicado por el déficit hídrico.

La sequía nos vuelve a jugar una mala pasada”, lamentó Daniel Pasquale, productor de Chivilcoy, donde las altas temperaturas, la baja humedad y los perfiles sin agua, constituyeron una combinación letal. En su zona, “en general todas las siembras de segunda han perdido hasta el 50% del stand de plantas”, contó. “Si no llueven mínimo 40 milímetros este fin de semana, todo puede llegar a ser muchísimo peor”, señaló.

En esa región bonaerense, todos los rindes potenciales de maíz y soja están en retroceso. «Algunos maíces tardíos se veían bien hasta el lunes pasado, pero ahora ya van para atrás seguro, y el de segunda ya estaba muy mal”, repasó. Sus esperanzas están puestas en las precipitaciones previstas para el fin de semana. “Si llueve, puede que se abra una ventana para algún maíz tardío y cambie”, expresó. La preocupación es grande ya que, de secarse los cultivos, “en esta fecha del año no hay plan B”, afirmó.

Daniel Pasquale en un lote de soja deteriorada por la falta de lluvias y las altas temperaturas en Chivilcoy.

En Navarro, los maíces, que venían muy bien, se arruinaron, las hojas basales están secas y las espigas han sufrido notablemente. Por eso, se están picando a fin de tener, al menos, algo de forraje para el ganado, y los ensiladores no dan abasto. «Nosotros tenemos turno pero el silero me dijo que están hasta las manos, te dan fecha a 10 días, todo el mundo está desesperado por picar antes de que se termine de secar el maíz», contó Eduardo Caruso, productor lechero y dirigente de la Sociedad Rural Argentina, de Carbap y de la Sociedad Rural local. En tanto, «los maíces que estaban destinados a grano comercial se están utilizando para silo porque no van a llenar la espiga y va a ser un fiasco», comentó Caruso.

Soja deteriorada por sequía en Navarro. Gentileza Eduardo Caruso.

«Las sojas sembradas tempranas aguantan, están bastante bien», coincidieron Caruso y María González Ibarra, agricultora de Fighiera, Santa Fe. Pero la de segunda, «ya está achicharrada» en Navarro, y «amarilla, sufrida, en mal estado», en el sur santafesino.

Soja de segunda en Fighiera, sur de Santa Fe. Gentileza productora María González Ibarra

Lamentablemente, el sorgo no corrió la misma suerte. «Está hipersufrido, como nunca, encima se da el precio muy bajo, estimo una perdida del 20% al 25% de rinde», dijo González Ibarra. “Esta semana terminamos de picar un sorgo granífero silero que se sembró oportunamente y se estaba cocinando mal por la seca, estaba sufriendo mucho, así que adelantamos el proceso para no perderlo, lo tuvimos que embolsar para tenerlo como reserva en el invierno”, contó Fabio Schneider, tambero del departamento de Paraná, Entre Ríos. “Más vale tenerlo en la mano y no perdido, nos queda la esperanza de que llueva el fin de semana”, manifestó.

Sorgo que va a picado por la sequía. Paraná. Gentileza productor Fabio Schneider

En el caso del maíz, cuando en condiciones climáticas normales podrían llegar a obtenerse 52 millones de toneladas con las 6,5 millones de hectáreas sembradas este año, ya se estima un recorte de producción de cuatro toneladas. En soja, ya se advierten severos problemas con “daños irreversibles”. Los cultivos de segunda de la oleaginosa son los más afectados, mientras que en los de primera se observan pérdidas de plantas y aborto de flores, ataques de arañuelas y trips. Por eso, se descarta un escenario de normalidad en el que se pueda alcanzar una cosecha de entre 53 y 53,5 millones de toneladas, teniendo en cuenta rindes promedios para una siembra estimada en 17,8 millones de hectáreas.

Soja afectada por sequía en Chivilcoy. Gentileza productor Daniel Pasquale

Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), las sojas de segunda, las que se siembran después de la cosecha de trigo, presentan un «crecimiento detenido” y están “comprometidas en la región central”. De acuerdo con la entidad, la situación de estos cultivos “empieza a ser irreversible, sobre todo en el norte de Buenos Aires, por la severa cantidad de pérdida de plantas que se está observando en los últimos días“. En medio de esta ola de calor, “necesitan del auxilio inmediato de las lluvias para poder seguir en carrera», advirtieron desde la BCR. En tanto, las de primera, las implantadas en octubre y noviembre, están regulares.

A partir de la segunda quincena de diciembre, empezó a dejar de llover, aunque en amplias zonas de la provincia de Buenos Aires comenzó incluso en noviembre. La sequía se agravó en el centro del país, particularmente en el norte bonaerense, y fue expandiéndose al resto de la región pampeana. Solo algunas zonas del oeste y el sur de Buenos Aires recibieron algo más de lluvias en enero.

Maíz

La escasez de reservas de agua en los suelos complicó, sobre todo, al maíz temprano. «La primera estimación de la campaña 2024/25 indica que de las 7,8 millones de hectáreas sembradas con el cereal, 1,3 millones no serían cosechadas para grano comercial. Y el ambiente de baja productividad ajusta el rinde promedio nacional a 73,6 quintales por hectárea para el cultivo «, precisó Cristián Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR.

El maíz temprano viene atravesando el período en el que se definen los rendimientos sin los aportes de agua necesarios para lograr una buena cosecha. La combinación de falta de lluvias, temperaturas extremas, baja humedad relativa, días de vientos continuos y una radiación con valores de watts altísimos en el momento más crítico de esos maíces, especialmente los sembrados en la segunda quincena de octubre, ha sido devastadora. Por eso, las estimaciones de producción del cereal se desplomaron de 52 a 48 millones de toneladas para las 6,5 millones de hectáreas cultivadas. Esto representaría una caída de la cosecha de maíz del 8,5 % respecto de la campaña 2023/24 que llegó a 52,5 millones de toneladas. Cabe recordar que las siembras tempranas prevalecieron este año por temor a los ataques de la plaga de la chicharrita del maíz que afecta mayormente a los cultivos tardíos.

“Los maíces tempranos, sembrados entre el 20 y el 25 de septiembre, que se pensaban picar en la primera semana de febrero, se están secando. Con estos días de calor y al no haber pronóstico de lluvias importantes, muchos productores están evaluando picarlos ya para no perder el lote», contó Garciandía. Pero el forraje que se obtiene picando en este momento del ciclo rinde poco: «Es pura agua, no tiene grano, va a ser de muy mala calidad, va a quedar caro el costo por hectárea del kilo de materia verde o materia seca», explicó.

Soja

En el caso de la soja de primera, «necesitaría lluvias muy significativas para retomar la posibilidad de alcanzar rindes promedios», alertó. La proporción de lotes regulares sigue subiendo en el centro y norte de Buenos Aires, centro y sur de Santa Fe junto a Entre Ríos. Ya se ven muchos casos con pérdidas de plantas, aborto de flores y el ataque de las típicas plagas de sequía: arañuela y trips.

Soja afectada por sequía en Chivilcoy. Gentileza productor Daniel Pasquale

En este contexto, «los rindes se verán resentidos y, si bien es prematuro efectuar una estimación, se descartan los escenarios de productividad alta que hasta hace poco, con las lluvias de la primavera, hacían posible pensar en una campaña superadora», lamentó Russo. Las condiciones de desecamiento y estrés termohídrico han sido graves en los últimos 30, por eso la GEA ya descarta un escenario de normalidad en el que se pueda alcanzar una producción de entre 53 y 53,5 millones de toneladas, teniendo en cuenta rindes promedios para una siembra estimada de 17,8 millones de hectáreas.

Pasturas

En este escenario, en la zona de Carlos Tejedor se están perdiendo muchas pasturas. «Hay plantas que se mueren por falta de agua y por el calor, no soportan tanta temperatura, el miércoles tuvimos casi 40 grados», explicó Garciandía. Los productores ya empezaron a comprar rollos al ver que sus pasturas «no tiran» y también agua, porque la de napa ya está siendo afectada para el consumo animal. «Pagan 360.000 pesos una cisterna de 25.000 litros que, dependiendo la cantidad de animales, te puede durar un día como una semana», detalló.

Manchones de pastura seca como consecuencia del déficit hídrico en Carlos Tejedor. Gentileza Dante Garciandía

Asimismo, comenzaron a hacer rollos con esparto, una planta que crece espontáneamente, sin valor nutricional alguno, como para tener algo de pasto para la hacienda. «Lo están vendiendo en 40 mil pesos y es una porquería -un rollo de alfalfa, por ejemplo, vale 100 mil– pero como hay muy baja producción de forraje se vende igual», contó Garciandía.

Los últimos lotes de maíces y sorgos que iban a uso diferido en el invierno, no se pudieron sembrar por falta de humedad y ahora, los productores tendrán que programar verdeos tempranos para que no se corte la cadena forrajera. «Los tamberos están teniendo que adelantar el picado de los maíces para no perderlos, y encima les queda caro y de mala calidad«, lamentó Garciandía. «Va a haber pérdida de lotes, gastaron 500 o 600 dólares por hectárea y no van a picar nada, es gravísimo«, manifestó.

Dante Garciandía vendió rollos este 15 de enero, los productores compran reservas forrajeras anticipadamente por la sequía en Carlos Tejedor.

En Navarro, una zona predominantemente ganadera y lechera, «los campos que han estado con pasturas están todos secos e invadidos por el cardo, en todos los años que estoy en el campo nunca he visto un desastre de cardales como ahora, las praderas no se pueden usar, no sirven para nada, es terrible«, relató Caruso.

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