miércoles, 22 enero, 2025
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Es peligroso meterse en agua fría en los días más calurosos? Expertos revelan mitos y verdades

En los días de calor intenso, donde mucha gente aprovecha el inicio de año para irse de vacaciones, surge un destino común para los residentes costeros: la playa. Un baño en el mar frío es una solución para aliviar las altas temperaturas, especialmente para quienes no tienen aire acondicionado en casa -o están evitando un importe extra en su factura de luz a fin de mes-.

Pero, ¿hay algún riesgo en un cambio tan brusco de temperatura corporal al salir de una sensación térmica que puede llegar a los 40ºC y entrar en agua que muchas veces está por debajo de los 18ºC? GLOBO conversó con expertos que aclararon los mitos y verdades sobre el tema.

El cardiólogo, profesor de la Universidad Estadual de Bahía (Uneb) y presidente de la Sociedad Brasileña de Arritmia Cardíaca (Sobrac), Alexsandro Fagundes, explica que sí existe riesgo de un cambio brusco de temperatura corporal al entrar al mar helado en días muy caliente.

– ¿Existe el riesgo de choque térmico?

– El choque térmico es un conjunto de cambios que pueden ocurrir en el cuerpo cuando se expone a un cambio brusco en la temperatura corporal. Esto es probable que suceda al entrar directamente en agua fría en un día de exposición muy fuerte al calor, con una sensación térmica superior a los 40ºC.

En Río de Janeiro, por ejemplo, desde el viernes pasado la capital está clasificada como Nivel de Calor 3, en una escala de cinco, según el Centro de Operaciones de Río. El nivel se establece cuando hay un registro de 36°C a 40°C con previsión de permanencia o aumento por, al menos, tres días consecutivos.

El balneario Jurere en FlorianópolisTomás Cuesta

Para este martes la máxima prevista ascendió a última hora de la mañana a 41°C. La temperatura del agua del mar va en sentido contrario: alcanzó los 16,5°C en playas como Copacabana y Leme el domingo por la mañana, algo típico de la temporada.

– ¿Cuáles son los signos de un choque térmico?

– Los riesgos de este cambio tan brusco al caer directamente al agua fría son la vasoconstricción y los cambios reactivos que la temperatura fría promueve en el cuerpo. Esta vasoconstricción puede alterar la perfusión de los órganos nobles, principalmente el cerebro, provocando hipotensión, temblores musculares, sensación de desmayo, mareos y, en casos muy extremos, incluso riesgo de ahogamiento.

La vasoconstricción es una reducción del diámetro de los vasos sanguíneos, es decir, un estrechamiento, y se produce en respuesta a una exposición brusca a temperaturas más bajas como mecanismo fisiológico para evitar la pérdida de calor. Sin embargo, esto aumenta la presión arterial del cuerpo, lo que puede alterar la perfusión (flujo sanguíneo) en órganos importantes, como explica el cardiólogo.

– ¿Mojar parte del cuerpo antes de entrar ayuda? ¿O puedes sumergirte directamente?

– Es importante tener cierto cuidado para que esta temperatura cambie gradualmente. Vale la pena mojar tu cuerpo poco a poco. Y estar bien hidratado también ayuda a evitar esta complicación. Además, nunca entres al agua en lugares que no tengan cierta supervisión, alguien cerca, es decir, posibilidad de ayuda si te pasa algo en el mar.

Marcelo Franken, cardiólogo del Hospital Israelita Albert Einstein, de São Paulo, también refuerza la importancia de estar bien hidratado en los días de calor intenso y explica que la pérdida de líquidos también afecta la presión arterial del cuerpo.

– ¿Son los niños y los ancianos más vulnerables a la deshidratación?

– El cuerpo humano tiende a mantener una temperatura constante entre 36ºC y 37ºC. Cuando las temperaturas aumentan, el cuerpo inicia mecanismos de enfriamiento, como la sudoración, que en exceso sin una adecuada reposición de líquidos puede provocar deshidratación. La deshidratación provoca una disminución de la presión arterial, pérdida de la capacidad del cuerpo para transportar sangre con nutrientes a todos los tejidos y cambios en los electrolitos en la sangre. Esto puede provocar somnolencia, confusión mental, desmayos y, en casos más graves, arritmias, insuficiencia renal, accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. Los ancianos tienen menos sed y muchas veces no tienen la iniciativa de beber agua, los niños pequeños también reponen las pérdidas de líquido si se les ofrece. Además, las personas con enfermedades crónicas viven en un delicado equilibrio, con pocas reservas y el calor intenso puede provocar desequilibrios.

O Globo/GDA

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