Artículo extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista.
Este es el primer borrador del documento de Perspectiva Mundial para el próximo Congreso 2025 de La Lucha, sección de la LIS en Pakistán.
«La burguesía vino a demostrar cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre. La burguesía ha producido maravillas mucho mayores que las pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas; ha acometido y dado cima a empresas mucho más grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas… Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas».
- Marx y Engels, El Manifiesto Comunista (1848)
(1) Estas palabras son mucho más significativas y sugerentes hoy que hace casi dos siglos cuando fueron escritas y publicadas. Cada día que pasa queda más claro que la humanidad se encuentra en una encrucijada. Uno de los caminos conduce, inevitablemente, a una barbarie que podría borrar en muy poco tiempo los logros sin precedentes de la civilización: las fuerzas productivas, la economía, la sociedad, la política y la cultura. Las formas y manifestaciones iniciales de esta barbarie, son cada día más evidentes.
(2) Los acontecimientos de la última década y media, al igual que las dos guerras mundiales, demostraron una vez más que, incluso en las sociedades más avanzadas, los fundamentos del orden y la civilización capitalistas no son absolutos ni permanentes. En tiempos de crisis, estas sociedades pueden descender rápidamente a la fragmentación, el caos y el conflicto. Mientras tanto, las sociedades subdesarrolladas o llamadas en vías de desarrollo, ya plagadas de pobreza, atraso e inestabilidad, siguen deteriorándose.
(3) La escala de producción y consumo actual de la humanidad no tiene precedentes en la historia de la civilización. Sin embargo, las crisis generadas por el rápido avance del capitalismo en ciencia, tecnología y fuerzas productivas son igualmente graves y atacan a la humanidad de forma descarnada.
(4) Curiosamente, dentro de la colosal -casi inimaginable- escala de producción del capitalismo subyace una privación profundamente arraigada, una carrera sin fin por la supervivencia y una incertidumbre omnipresente. Fundamentalmente, es una manifestación de escasez en medio de la abundancia y de abundancia en medio de la escasez. Esta contradicción no puede resolverse dentro de los confines del propio sistema.
(5) La humanidad se enfrenta a una crisis multidimensional (también llamada «policrisis»), con dimensiones nuevas que surgen continuamente. El calentamiento global, el cambio climático y la destrucción del medio ambiente están adquiriendo una forma catastrófica. El equilibrio de poder mundial se está desestabilizando, como demuestra la guerra de Ucrania, que podría ser precursora de conflictos internos y externos aún más sangrientos.
(6) Desde 2008, la mayoría de las economías se encuentran en un estado de estancamiento. En algunos casos excepcionales en los que se está produciendo cierto crecimiento, éste carece de beneficios sociales significativos. Factores como la crisis de la deuda, el deterioro del nivel de vida, la austeridad, la inflación y los despidos han dejado no sólo al Tercer Mundo sino también a las sociedades desarrolladas en un estado de agitación constante. El Estado del bienestar en Occidente se desmorona poco a poco. Mientras tanto, las oportunidades de una vida mejor en las antiguas regiones coloniales se están reduciendo hasta tal punto que ha surgido una oleada sin precedentes de migración legal e ilegal hacia Occidente. En estas circunstancias, el auge del fundamentalismo étnico y religioso, junto con sus políticas de extremismo y terrorismo, son también distintas facetas o aspectos de esta misma crisis.
(7) Ya se trate del «fin de la historia» o de las conversaciones sobre la reducción de las tensiones internacionales y el armamentismo, todas las promesas y afirmaciones hechas por los representantes del capitalismo imperialista tras el colapso del estalinismo en la Unión Soviética y Europa del Este se están convirtiendo en su contrario. En la escena internacional, la intensidad, gravedad y complejidad de las tensiones entre las potencias imperialistas son hoy mucho mayores que durante la Guerra Fría. El proceso de globalización, con todos sus aspectos económicos y sociales, está en retroceso desde 2008. Los sueños liberales de suavizar las fronteras nacionales y fusionar los países en bloques políticos y económicos se han hecho añicos. La Unión Europea muestra grietas cada vez mayores, mientras que la OTAN se enfrenta a profundos trastornos desde la llegada de Trump al poder. Los mercados están sometidos a restricciones en todas partes y las políticas proteccionistas van en aumento.
(8) La crisis económica que estalló a raíz del crack financiero de 2008 fue fundamentalmente un producto inevitable de las contradicciones inherentes al capitalismo, que han estado supurando dentro del sistema desde su creación. El auge del keynesianismo tras la Segunda Guerra Mundial y la posterior embestida neoliberal fueron esencialmente diferentes etapas de los intentos de controlar o suprimir estas contradicciones. Estas contradicciones y las políticas para combatirlas pueden adoptar diversas formas e intensidades según la época y el lugar. Sin embargo, el núcleo del problema sigue siendo el mismo que Marx descubrió y explicó.
(9) En el periodo posterior a la crisis de 2008, todas las reglas y normas del pasado se han venido abajo. Los cimientos económicos sobre los que se construyeron la política, el Estado, la diplomacia y la sociedad tras la Segunda Guerra Mundial se han desmoronado. En su ausencia, toda la superestructura tiembla ahora, sacudida por los sobresaltos, atenazada por la decadencia y tambaleándose al borde del colapso, como una sociedad atrapada en la agonía de un terremoto interminable. Hoy, el capitalismo no sólo se enfrenta a una crisis económica y política, sino también a una profunda crisis cultural e ideológica, que se manifiesta inevitablemente en la crisis del liderazgo burgués.
(10) Desde 2011, la ola mundial de movimientos revolucionarios, protestas, levantamientos, crisis gubernamentales, golpes de Estado, guerras civiles, el surgimiento de nuevas tendencias de izquierda y derecha, y las crecientes tensiones entre las potencias imperialistas sólo pueden explicarse en este contexto.
(11) Hay una serie interminable de acontecimientos, y la situación está cambiando rápidamente. Se trata de una nueva normalidad de cambios extraordinarios, en la que el segundo mandato de Trump representa un cambio cualitativo en muchos sentidos. Ha creado una situación análoga al colapso de la Unión Soviética. En este contexto, descuidar la evaluación precisa de la situación se convierte en un crimen para los revolucionarios.
(12) El orden liberal global establecido tras la Segunda Guerra Mundial, junto con todos sus valores e instituciones, se está fundiendo en el crisol de la crisis. Pero la pregunta importante es: ¿qué nuevas formas de economía, política y sociedad pueden surgir de este crisol?
Una economía enferma
(13) A largo plazo, el capitalismo no es un sistema equilibrado. Su equilibrio se rompe constantemente. Este proceso puede continuar imperceptiblemente bajo la superficie durante años, pero se hace evidente durante los periodos de crisis. Tras salir de estas crisis, se establece un nuevo equilibrio a un nivel superior, donde el proceso de perturbación comienza de nuevo a una escala aún mayor.
(14) Ninguna filosofía distinta del marxismo es capaz de ofrecer una explicación científica de la evolución y el movimiento históricos. En consecuencia, tendencias como el liberalismo y el reformismo de izquierdas, bajo el método mecanicista de análisis, sólo ofrecen interpretaciones ahistóricas de los fenómenos emergentes. Este método conduce en última instancia al idealismo, donde la fuerza motriz del progreso o de los acontecimientos históricos se atribuye generalmente a los deseos subjetivos de personalidades importantes, a políticas gubernamentales o a accidentes «repentinos».
(15) Trotsky dijo una vez que para un historiador no basta con describir el curso de la historia o sus acontecimientos significativos. También debe tener claro por qué estos acontecimientos ocurrieron en ese momento concreto y por qué la historia tomó ese curso específico (es decir, por qué estos acontecimientos no ocurrieron antes o después, y por qué la historia no tomó un camino diferente). Pero aparte de la historia, el método y la perspectiva marxistas son también los mismos cuando se trata de analizar la actualidad y de identificar las posibilidades futuras.
(16) La economía política clásica de los siglosXVIII yXIX fue un intento serio de los intelectuales de la burguesía emergente de comprender y explicar los procesos económicos. A pesar de todas sus contradicciones y deficiencias, no sólo tenía en cuenta el precio, sino también el valor. Consideraba la economía como un proceso social basado en la interacción de grupos o clases sociales y la vinculaba con la política y la sociedad. Situaba la microeconomía y la macroeconomía en un marco único, centrándose más en el proceso de producción que en el consumo y las transacciones de mercado. Detrás de todo esto estaba la Ilustración del Renacimiento y el esfuerzo por presentar el capitalismo como un sistema mejor y más justo en comparación con el feudalismo.
(17) Marx aportó fundamentalmente una crítica de esta disciplina burguesa. A través de un enfoque dialéctico, aclaró sus contradicciones y presentó un marco coherente para analizar y explicar la economía, lo que también se conoce como teoría económica marxista.
(18) En el siglo XX, la economía política clásica fue sustituida gradualmente por la disciplina económica que hoy conocemos como «economía». Marx y Engels, en su tiempo, calificaron acertadamente de vulgares las tendencias de la «economía». Sin embargo, la economía que se enseña hoy en las universidades y colegios ha alcanzado nuevas cotas de absurdo. En las últimas décadas, se ha convertido menos en una ciencia social y más en una herramienta de propaganda para justificar el capitalismo. Su objetivo es negar los hechos y formar las mentes de los jóvenes sobre bases irracionales.
(19) El paso de la economía política a la economía refleja los cambios en la propia composición, el carácter histórico y el papel social de la burguesía, su huida y desvinculación del proceso de producción, el dominio de los grandes monopolios sobre los mercados y el auge de tendencias no productivas como la especulación financiera y la búsqueda de rentas. Esto es fundamentalmente una manifestación de la derrota ideológica y el declive de un sistema que ya no es capaz de analizar seriamente su propia economía -o quizás no quiere hacerlo, por miedo a exponer su propio carácter repugnante, su obsolescencia histórica y sus crudas verdades.
(20) El Premio Nobel de Economía Paul Krugman, en el contexto del crack económico de 2008, afirmó que todo el trabajo realizado en macroeconomía durante las últimas tres décadas ha sido inútil en el mejor de los casos, y perjudicial en el peor. Esta única afirmación no sólo expone la bancarrota de la economía neoclásica, sino que también revela que los responsables políticos más inteligentes y serios del capital no creen en sus propias teorías e ideas dominantes. Muchos de ellos, si no la mayoría, a través de sus experiencias prácticas y pruebas empíricas llegan finalmente a las mismas conclusiones que los marxistas han deducido teóricamente. Sin embargo, como son incapaces de ver el mundo objetivo más allá de los confines del capitalismo, acaban hundiéndose de nuevo en el reformismo de derechas o de izquierdas.
(21) Las realidades económicas acaban expresándose con fuerza en la política. El estado de la economía determina el carácter de la política y del Estado. La explicación científica de las convulsiones políticas y diplomáticas de la última década y media en el mundo sólo puede basarse en estos fundamentos. De lo contrario, nos quedamos con explicaciones que sugieren que las opiniones de la gente cambian «de repente» y sin motivo, llevándoles a abrazar la revolución. O que figuras como Imran Khan y Donald Trump aparecen inesperadamente de la nada, engañan a la gente y llegan al poder.
(22) Un accidente es siempre la expresión de una necesidad de larga duración, y para entender esta «necesidad» es esencial comprender el proceso o los factores que operan imperceptiblemente durante largos períodos. A este respecto, resulta esencial un análisis coherente de la economía capitalista.
(23) Si empezamos por el lugar de nacimiento del capitalismo, Occidente, entonces todos los acontecimientos y fases importantes desde la Segunda Guerra Mundial pueden explicarse adecuadamente considerando el declive secular a largo plazo de la economía de mercado. Todos los cambios en la política capitalista imperialista han sido esencialmente intentos de invertir o al menos detener este declive.
(24) La Segunda Guerra Mundial dio un nuevo impulso al capitalismo mediante economías de guerra a gran escala y una destrucción sin precedentes, pero las contradicciones fundamentales siguieron activas. A este respecto, el examen de las tasas de crecimiento económico de posguerra revela mucho. Por ejemplo, la tasa de crecimiento anual de la economía estadounidense, que alcanzó una media del 4% durante la «edad de oro del capitalismo» de 1945 a 1973, descendió al 3% entre 1973 y 2000 y volvió a descender a alrededor del 2% entre 2000 y 2020. Actualmente, esta tasa de crecimiento fluctúa entre el 1,5% y el 2%.
(25) Desde otra perspectiva, en los últimos 15 años, la tasa media de crecimiento de la economía estadounidense ha disminuido más de un 40% en comparación con los 25 años anteriores.
(26) Las tasas de crecimiento de las principales economías de Europa Occidental también cayeron de una media del 5,5% entre 1950 y 1973 al 3% en la década de 1990. En 2008, esta tasa de crecimiento rondaba el 2%. Después de 2008, se observan nuevas ralentizaciones y, desde la crisis COVID 2020, estas economías han tenido dificultades para alcanzar siquiera un crecimiento del 1%.
(27) La economía de Japón, que crecía a un ritmo fenomenal del 8-10% hasta 1973, apenas ha conseguido mantenerse por encima de cero desde 2008.
(28) Intentemos comprender esta situación de una forma relativamente más sencilla comparando los 15 años anteriores y posteriores a 2008. Si comparamos los 15 años comprendidos entre 1993 y 2007 con los 15 años comprendidos entre 2009 y 2023 para algunas de las principales economías, el descenso de las tasas medias de crecimiento anual es el siguiente:
- Alemania: Baja del 1,4% al 0,9%.
- Francia: Baja del 2% al 0,9%.
- REINO UNIDO: Bajó del 2,7% al 1,2%.
- Toda la Eurozona: Baja del 2% al 0,9%.
- Japón: Baja del 1% al 0,4%.
- UU: Bajó del 3% al 2%.
- Mundo árabe: Baja del 4,4% al 2,5%.
(29) Durante el mismo periodo, la tasa media de crecimiento mundial descendió del 3,3% al 2,6% anual.
(30) Si ampliamos el análisis más atrás en el tiempo, la tendencia a la disminución de las tasas de crecimiento se hace aún más evidente. En todos los escenarios anteriores, las tasas de crecimiento económico posteriores a 2008 son significativamente inferiores a las anteriores y, en muchos casos, están prácticamente estancadas.
(31) Se trata esencialmente de un declive masivo a largo plazo, una gran desaceleración. Sin embargo, los factores utilizados para explicar este declive o estancamiento -las economías que «maduran», el aumento de la deuda, la reducción del espacio fiscal, el descenso de la población, el envejecimiento demográfico, la desigualdad económica, la caída del crecimiento de la productividad, etc.- requieren por sí mismos una explicación. En otras palabras, estas respuestas plantean más preguntas. Por muy «natural» que se presente este descenso de las tasas de crecimiento, sigue siendo un grave problema para el capitalismo.
(32) Tras una recuperación temporal de la crisis COVID, la situación de estas economías ha empeorado en los últimos años. En Europa, economías como Irlanda, Hungría, Austria, Alemania y Suecia se han contraído en lugar de crecer en 2023. Noruega, Polonia, los Países Bajos y el Reino Unido apenas han superado el crecimiento cero. Suiza e Italia han registrado tasas de crecimiento económico inferiores al 1%, mientras que Francia ha luchado por alcanzar el 1%. En conjunto, la tasa de crecimiento de la UE ha sido sólo del 0,4%.
(33) Austria siguió afrontando una contracción económica en 2024. Las tasas de crecimiento de Irlanda y Hungría apenas superaron el cero, mientras que Suecia y Bélgica lucharon por alcanzar el 1%. La economía del Reino Unido volvió a no alcanzar el 1% de crecimiento en 2024, mientras que la situación de Francia siguió siendo similar a la de 2023 (apenas por encima del 1%). La tasa de crecimiento global de la UE en 2024 fue del 1%, con una ligera «mejora».
(34) Alemania, considerada la potencia económica de Europa, lleva tres años sumida en una profunda crisis, con dos años consecutivos de contracción de la economía (una contracción del 0,3% en 2023 y del 0,2% en 2024).
(35) En los dos últimos años, la tasa de crecimiento de Canadá también ha rondado el 1-1,5%.
(36) Sin embargo, también es necesario analizar esta situación en términos de crecimiento del PIB per cápita (en términos simples, renta media per cápita). Esto pone aún más de relieve el declive de las economías desarrolladas. Si tomamos las economías del G7, entre 2019 y 2023, Reino Unido, Canadá y Alemania experimentaron descensos del PIB per cápita del 1,8%, 1,4% y 0,5%, respectivamente. Durante este período, el PIB per cápita de Francia se mantuvo prácticamente sin cambios, mientras que Japón e Italia experimentaron pequeños aumentos del 2,1% y el 3,4%, respectivamente. En este grupo, sólo EE.UU. registró un aumento del PIB per cápita del 5,2%, lo que puede considerarse algo mejor o satisfactorio (más adelante se ofrece un análisis más detallado de la economía estadounidense).
(37) Debe quedar claro aquí que una disminución de las tasas de crecimiento repercute negativamente en la productividad, la inversión privada y pública, los ingresos públicos, la capacidad de reembolso de la deuda, el desarrollo de infraestructuras, las oportunidades de empleo y el nivel de vida. De hecho, todos estos factores están dialécticamente interconectados y se influyen mutuamente. Sin embargo, la tasa de crecimiento es una expresión consolidada o concentrada del estado de la economía, y su descenso perturba inevitablemente la estabilidad política y social.
(38) En los últimos años, EE.UU. ha sido descrita como una economía «excepcional» en términos de crecimiento, superando a sus pares. Por ejemplo, en 2023 y 2024, mostró tasas de crecimiento del 2,9% y el 2,8%, respectivamente, con un crecimiento global de alrededor del 11% desde la crisis COVID. Sin embargo, un examen más detallado de los datos presentados anteriormente revela el fallo de este análisis: las economías comparadas están en tan mal estado que la economía estadounidense parece mejor en comparación.
(39) En realidad, al igual que otras economías avanzadas, la economía estadounidense ha atravesado una crisis de larga duración, que se intensificó después de 2008. Desde 2008, la tasa media de crecimiento anual de la economía estadounidense se ha mantenido por debajo del 2%. Las tasas de crecimiento de la productividad y la inversión productiva también han disminuido. La estimación inicial para el crecimiento económico de EE.UU. en 2025 era de solo el 1,9%. Sin embargo, con el regreso de Trump, han resurgido las conversaciones sobre recesión y contracción económica.
(40) La inmigración ha desempeñado un papel importante en el crecimiento económico relativamente mejor de EE.UU. en los últimos años, ya que aumenta la mano de obra y la producción.
(41) Es importante señalar que los inmigrantes han sido cruciales para el desarrollo de los países occidentales, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial. Los países imperialistas no conceden refugio a los inmigrantes -incluidas becas de estudios, visados de estudios, permisos de trabajo, residencia, ciudadanía, etc.- por compasión o humanitarismo, sino debido a sólidos intereses económicos.
(42) Su principal objetivo es atraer a las personas más inteligentes, capacitadas y física y mentalmente sanas de todo el mundo y asentarlas en sus propios países. Esto produce beneficios económicos a largo plazo. Incluso la inmigración ilegal es beneficiosa para sus economías.
(43) Esta inmigración legal e ilegal les proporciona mano de obra para todo, desde los campos más avanzados de la ciencia y la tecnología hasta los trabajos más serviles. Cubre lagunas en sus mercados laborales al tiempo que contribuye a suprimir o controlar los salarios. El aumento de la mano de obra también aumenta los ingresos fiscales. Incluso los inmigrantes ilegales pagan importantes impuestos, tanto directa como indirectamente.
(44) Los inmigrantes aportan nuevos conocimientos, habilidades y empresas a estos países. Los estudiantes extranjeros rentabilizan sus industrias educativas, y sus valiosas investigaciones en ciencia, tecnología, ciencias sociales y literatura allanan el camino para nuevos inventos, descubrimientos y oportunidades de crecimiento económico.
(45) Con la crisis del sistema, tendencias como evitar el matrimonio y no tener hijos entre los jóvenes de Corea, Japón y el Occidente desarrollado han conducido a un descenso de la población y a un aumento de la proporción de individuos de edad avanzada. En este contexto, el aumento de la esperanza de vida también se está convirtiendo en un «problema» porque las personas jubiladas necesitan pensiones y servicios asistenciales, cuyos costes el capitalismo en crisis es cada vez más incapaz de asumir. Por ello, en los últimos años muchos países se han visto obligados a flexibilizar las políticas de inmigración y de visados de larga duración.
(46) A la luz de estos acontecimientos, la irracionalidad y el absurdo de las políticas antiinmigración y racistas de la extrema derecha, que han ganado protagonismo en los últimos años, se hacen aún más evidentes. La mayoría de los líderes de estas corrientes son muy conscientes de los hechos mencionados. Sin embargo, en tiempos de crisis, la capacidad de los países desarrollados para absorber e integrar a los inmigrantes disminuye, y el surgimiento de prejuicios y conflictos étnicos se hace inevitable.
(47) Curiosamente, Estados Unidos aparece a la cabeza de los países que se benefician de la inmigración (de hecho, es un país construido por inmigrantes). Los inmigrantes han desempeñado un papel clave en el desarrollo de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, una de cada cuatro empresas de alta tecnología en EE.UU. es creada por un inmigrante (una persona no nacida en EE.UU.). En Silicon Valley, el centro neurálgico del progreso tecnológico y los inventos más avanzados del mundo, esta proporción llega al 50%. Del mismo modo, los inmigrantes tienen el doble de probabilidades que la población nativa de crear pequeñas empresas.
(48) Así pues, la inmigración es un factor fundamental de la relativamente mejor situación económica de EE.UU. en comparación con sus pares. Sin embargo, personajes como Trump exageran el número de inmigrantes y los presentan falsamente como una amenaza. La realidad contradice sus afirmaciones. El número de inmigrantes ilegales en Estados Unidos es hoy aproximadamente el mismo que hace dos décadas.
(49) Si miramos un poco más profundamente, la condición económica y social de EE.UU. no es tan buena como parece en la superficie. De lo contrario, Trump no estaría hoy en el poder.
(50) El problema es que los frutos de estas condiciones económicas relativamente mejores no están llegando a la mayoría de los ciudadanos estadounidenses de a pie. Aquí entran en juego varios factores, el más importante de los cuales quizá sea la desigualdad o disparidad económica. Por ejemplo, EE.UU. ocupa actualmente el primer lugar entre los países del G7 en cuanto a desigualdad de ingresos. La vivienda en EE.UU. es también mucho más cara en comparación con estos países, mientras que la esperanza de vida es la más baja.
(51) Desde la Segunda Guerra Mundial, la tasa de aumento de los ingresos de los ciudadanos estadounidenses de a pie ha disminuido constantemente. Desde 2008, apenas ha aumentado un 0,9% anual.
(52) Si se tiene en cuenta la inflación, el salario real por hora de la mayoría de los obreros estadounidenses se ha mantenido aproximadamente en el nivel de 1979, mientras que la productividad se ha multiplicado por mucho durante este periodo.
(53) Otra razón de la disparidad entre la retórica del crecimiento económico y la condición real de las masas es la menor «calidad» de este crecimiento. Desde la embestida neoliberal de los años 80, el papel de los sectores no productivos en la economía no ha dejado de aumentar. Se trata de las finanzas, el sector inmobiliario, la bolsa, etc., cada vez más desconectados de la economía productiva real. Sin embargo, sus índices de auge se interpretan como prosperidad económica y progreso. Incluso cuando las tasas de crecimiento del PIB aumentan rápidamente con el auge de estos sectores, en la mayoría de los casos se trata de un crecimiento sin alegría.
(54) Por ejemplo, en 2023, las actividades financieras, de seguros, inmobiliarias y de alquiler y arrendamiento financiero representaban más del 20% del PIB estadounidense. Por el contrario, la industria manufacturera sólo representaba el 10%, mientras que las actividades relacionadas con la agricultura suponían menos del 1%. Es evidente que el crecimiento de los sectores no productivos mencionados, que se basa principalmente en la inversión a corto plazo, la especulación y la búsqueda rápida de beneficios, contribuye poco a mejorar la vida de la gente corriente.
(55) Este problema no es exclusivo de Estados Unidos, sino que lo comparten todas las economías estructuradas según líneas neoliberales, también conocidas como economías del Consenso de Washington. El ejemplo más destacado es India, donde se habla mucho de crecimiento económico, pero la condición de la sociedad sigue deteriorándose.
(56) Las empresas estadounidenses soportan actualmente la mayor deuda de la historia. Su deuda pendiente ha alcanzado el 487% de sus ingresos. En los dos últimos años, las quiebras de empresas han aumentado un 87%. En este sentido, la situación es peor que la crisis de COVID, en la que los elevados tipos de interés para controlar la inflación desempeñan un papel fundamental.
(57) Las tendencias inflacionistas mundiales post-COVID han remitido un poco. Sin embargo, la Reserva Federal estadounidense ha mantenido los tipos de interés en el 4,5%, lo que significa que los riesgos de que la inflación vuelva a subir no solo persisten, sino que se han multiplicado desde la llegada de Trump al poder.
(58) El sistema sanitario estadounidense, basado en el beneficio privado, es notorio por producir los peores resultados del mundo desarrollado y es una de las principales razones de la ira y el descontento entre el público estadounidense. Cada año, medio millón de personas se declaran en quiebra por el mero hecho de no poder pagar sus facturas médicas, lo que supone el 66% de todas las quiebras personales.
(59) No es casualidad que un joven de 26 años que hace unos meses mató al director general de una importante compañía de seguros médicos fuera aclamado como un héroe por gran parte de la opinión pública estadounidense. Tras el incidente, las redes sociales estadounidenses se llenaron de celebraciones. Las imágenes del joven, junto con los memes que condenaban el saqueo de la industria sanitaria, se compartieron ampliamente durante semanas. Curiosamente, personas tanto de la derecha como de la izquierda del espectro político participaron activamente en esta tendencia de las redes sociales.
(60) Este único incidente da una pista de lo frustrada que está la gente con sus condiciones de vida y de lo llena de odio y rabia que está contra la patronal.
(61) Así, la tasa de crecimiento relativamente «alta» de la economía estadounidense está demostrando ser un indicador de empeoramiento de las condiciones de la mayoría de la población, en lugar de una mejora. Esta es una de las razones por las que la gente no ha prestado atención a las afirmaciones de Biden sobre un crecimiento económico «extraordinario» y «excepcional».
(62) A la luz de la situación en Estados Unidos, si examinamos otros grandes países occidentales -cuyas economías, como se ha revisado anteriormente, se encuentran en una situación aún peor-, los motivos y el alcance de la inestabilidad sociopolítica quedan meridianamente claros.
(63) A pesar de toda la opresión, explotación y otros vicios, el capitalismo siempre se ha justificado presentando como su razón última el crecimiento económico continuo, el aumento de la riqueza social y la mejora del nivel de vida. Sin embargo, incluso en sus formas más desarrolladas, esta justificación se está erosionando. Esto es una manifestación de la decadencia a largo plazo, la depresión prolongada («Larga Depresión») y la obsolescencia histórica del sistema.
(64) Independientemente del coste humano y medioambiental al que se consigue el crecimiento económico bajo el capitalismo, la estructura económica y social de este sistema es tal que no puede funcionar sin una expansión continua y significativa.
(65) Los problemas del mundo desarrollado deben considerarse según sus propios criterios. En este sentido, es evidente que las sociedades occidentales se encuentran inmersas en una profunda crisis, precursora de grandes convulsiones en los próximos días. Conmociones ante las cuales incluso los extraordinarios acontecimientos ocurridos desde 2008 pueden palidecer en comparación.
Naturaleza y esencia de la crisis
(66) ¿Cuál es la naturaleza o la esencia de la crisis del capitalismo? Esta cuestión ha sido objeto de debate durante mucho tiempo en los círculos marxistas. Incluso ha dado lugar a fraccionalismos y escisiones. Sin embargo, si dejamos a un lado el fanatismo sectario, el dogmatismo ideológico, la terquedad y las complejidades del «marxismo académico», no se trata de un misterio irresoluble.
(67) Marx y Engels fueron los primeros en refutar científicamente la llamada «Ley de Say» de la economía clásica -que afirma que la producción/oferta de bienes crea su propia demanda- y en aclarar la inevitable tendencia a la sobreproducción en el capitalismo. Este fenómeno es fundamentalmente el resultado de la contradicción entre la producción social y la apropiación privada o entre las fuerzas y las relaciones de producción. Curiosamente, si se examina más de cerca, se oculta dentro de la naturaleza contradictoria de la propia «mercancía».
(68) Sin embargo, si el problema fuera tan sencillo, los dos caballeros no habrían necesitado dedicar miles de páginas a analizar la economía capitalista desde su juventud hasta su vejez. Después de todo, ya habían identificado la tendencia del capitalismo a la sobreproducción en El Manifiesto Comunista. Hay que recordar que Marx permaneció ocupado escribiendo El Capital hasta sus últimos días. Los volúmenes segundo y tercero de El Capital fueron completados y publicados por Engels después de la muerte de Marx, mientras que las Teorías de la plusvalía, considerado el cuarto volumen de El Capital, fue publicado en forma incompleta después de la muerte de Engels.
(69) La tendencia a la sobreproducción siempre ha existido en el capitalismo. Sin embargo, es sólo un aspecto de la crisis orgánica a largo plazo del sistema. Describir todo el problema como una mera «crisis de sobreproducción» es una simplificación excesiva. No sólo presenta una imagen unilateral de la situación, sino que tampoco explica ni aclara adecuadamente muchos fenómenos político-económicos. Además, este enfoque conduce en última instancia al reformismo keynesiano.
(70) En este sentido, el tercer volumen de El Capital es de suma importancia, ya que se centra principalmente en la fuerza motriz clave del capitalismo -la ganancia- y el indicador subyacente detrás de numerosas métricas económicas: la tasa de ganancia. En términos sencillos, Marx, al analizar el proceso de obtención de beneficios desde todos los ángulos, formuló una teoría multidimensional de la crisis, que denominó «ley de la tendencia a la baja de la tasa de beneficio». Cabe señalar que los economistas clásicos también eran conscientes del problema de la caída de la rentabilidad durante largos periodos, pero fueron incapaces de comprenderlo plenamente.
(71) El objetivo principal de este documento no es entrar en una discusión teórica sobre la naturaleza de la crisis bajo el capitalismo ni profundizar en los detalles de la ley mencionada. Sin embargo, consideramos necesario exponer brevemente el punto básico, que, en términos sencillos, es el siguiente: En el capitalismo, existe una tendencia inherente a que la proporción de capital constante -maquinaria, ordenadores, robots, herramientas y, más recientemente, inteligencia artificial- aumente en relación con el capital variable, principalmente la fuerza de trabajo humana, en el proceso de producción. Esto da lugar al fenómeno de «sobreproducción de capital», para el que el término más preciso podría ser «sobreacumulación». Marx también lo llamó «abundancia de capital». En consecuencia, más allá de cierto punto, los capitalistas son incapaces de emplear este capital de forma rentable. En palabras sencillas, la plusvalía generada por el proceso de producción se vuelve insuficiente en relación con la inversión total, lo que conduce a una disminución o caída de la tasa de ganancia. En esta situación, es perfectamente posible que la tasa de ganancia caiga mientras los beneficios totales siguen aumentando. Sin embargo, llega un momento en que la masa de beneficios también empieza a disminuir. Este es, de hecho, el momento en el que estalla la crisis. La inversión se detiene, el proceso de producción se interrumpe, la economía empieza a contraerse, las oportunidades de empleo disminuyen y los salarios empiezan a bajar. Esto reduce la «demanda efectiva» en el mercado. En otras palabras, los bienes existen, la capacidad productiva existe, pero no hay nadie que los compre: ¡sobreproducción!
(72) Toda esta situación se manifiesta inevitablemente en el sector financiero, inmobiliario y bursátil, donde las burbujas que han estado inflándose durante largos periodos acaban estallando. Ya hemos visto cómo se desarrollaba todo este escenario en el crack financiero de 2008.
(73) Así, la sobreproducción de mercancías está ligada a la sobreproducción de capital. En palabras de Marx, «La sobreproducción de capital siempre incluye la sobreproducción de mercancías…».
(74) Entonces, ¿cómo sale el sistema de la crisis? De hecho, las propias condiciones de una crisis grave allanan el camino para la recuperación. Debido a las quiebras, una gran cantidad de capital «excedente» se destruye o se vende por centavos, una especie de la llamada «destrucción creativa». Los precios de los medios de producción, es decir, del capital constante, bajan. El desempleo provoca un descenso de los salarios. En resumen, la inversión vuelve a ser rentable y el ciclo económico se reinicia.
(75) Lo interesante es que las grandes guerras también allanan el camino para la «recuperación» de una manera más destructiva y sangrienta a través de los métodos antes mencionados.
(76) Sin embargo, incluso en condiciones normales y pacíficas, hay factores que contrarrestan la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Por ejemplo, se intenta restablecer la caída de la tasa de ganancia aumentando la plusvalía mediante una mayor explotación de los trabajadores -restricciones a la sindicalización, despidos, salarios bajos, etc.-. Del mismo modo, el progreso tecnológico reduce el coste o el valor del capital constante, apoyando así la tasa de beneficio. La privatización convierte los sectores públicos en fuentes de beneficios, o se crean nuevos sectores o ramas económicas a través de nuevos inventos y avances tecnológicos. La destrucción del medio ambiente, la dominación imperialista, la expansión y la ocupación se utilizan para obtener el control de nuevos mercados y mano de obra y materias primas baratas. La desregulación del mercado y la concesión de exenciones fiscales a los capitalistas también tienen como objetivo aumentar sus beneficios, para lo cual la carga fiscal se traslada a los trabajadores o el Estado recorta programas enteros de bienestar social o los vende a los capitalistas. En esto consiste la austeridad.
(77) El neoliberalismo ha sido esencialmente un proyecto masivo para fortalecer estas tendencias compensatorias para restaurar la tasa de ganancia.
(78) Sin embargo, a largo plazo, persiste la tendencia a la baja de la tasa de ganancia, disminuye el margen de recuperación y aumenta la intensidad de las crisis. La historia ha validado la predicción hecha en El Manifiesto Comunista, publicado mucho antes que El Capital.
(79) Si conectamos la discusión anterior sobre la tasa de beneficio con la sección anterior («La economía enferma»), la enfermedad terminal del capitalismo -junto con todos sus efectos e implicaciones, incluido el estancamiento económico- se hace plenamente evidente dentro de un continuum histórico. Quizá ningún título capte mejor todo este fenómeno que «la obsolescencia histórica del sistema capitalista».
Donald Trump: Significado e implicaciones
(80) Aunque el ascenso de Trump en 2016 fue un acontecimiento importante, su segundo mandato representa un salto cualitativo en la crisis del capitalismo liberal. Sin embargo, es importante entender una vez más que Trump no es solo una persona, sino un fenómeno político («trumpismo»), que obviamente ha prosperado en condiciones objetivas específicas.
(81) Si hablamos en un contexto más amplio, se trata de una continuación del auge de nuevas y más extremas formas de la derecha después de 2008, a las que se denomina extrema derecha, derecha populista, derecha dura o alt-right. Se trata esencialmente de diferentes formas y estilos de la misma corriente. O, en otras palabras, son tendencias «hermanas». A pesar de las diferencias en cuanto a forma organizativa, influencia social, intensidad y métodos de surgimiento, comparten profundas similitudes. Por ejemplo, han prosperado en condiciones similares (como se ha analizado en detalle anteriormente desde una perspectiva económica). También comparten en gran medida valores y creencias como el conservadurismo, el odio a los derechos de género, el pensamiento supersticioso, los prejuicios raciales, el sentimiento antiinmigración y el nacionalismo imperialista. En este sentido, sus ambiciones y programas también muestran similitudes significativas.
(82) Figuras como Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni (FdI) en Italia, la AfD en Alemania, Nigel Farage (Reform UK) y el UKIP en el Reino Unido, Marine Le Pen (Agrupación Nacional) en Francia, Jair Bolsonaro en Brasil, Geert Wilders (Partido por la Libertad) en los Países Bajos, Javier Milei en Argentina, Narendra Modi en la India, Imran Khan en Pakistán y Donald Trump en Estados Unidos pueden incluirse en esta categoría. Vladimir Putin en Rusia, Benjamin Netanyahu en Israel y Recep Tayyip Erdoğan en Turquía también comparten similitudes con este grupo. Incluso Sheikh Hasina en Bangladesh podría considerarse un fenómeno similar.
(83) Con la excepción de Alemania, Francia y el Reino Unido, todos los partidos o individuos de la lista anterior están o han estado en el poder. Sin embargo, también en estos tres países, estos partidos están rondando el poder o pueden acercarse rápidamente a él en los próximos días.
(84) Ideológicamente, el punto en común más importante entre todos ellos es que no creen en ningún valor, tradición o decoro liberal, incluida la democracia, y buscan una solución no liberal a la crisis del capitalismo.
(85) En términos de programas económicos, pueden parecer algo diferentes entre sí, pero las tendencias hacia la protección del capitalismo nacional -básicamente proteccionismo- en lugar de la globalización y el libre comercio internacional están presentes en casi todos ellos en diversos grados. Por eso quieren limitar o desmantelar completamente las uniones económicas como la UE y los acuerdos de libre comercio.
(86) En términos de economía doméstica, generalmente tienden a aplicar las políticas neoliberales de forma más salvaje y autoritaria. Quieren que el Estado intervenga en la economía sólo en la medida y de la forma en que proteja los intereses de su clase o banda.
(87) Los programas económicos de figuras como Milei, Nigel Farage y Trump entran de lleno en la categoría de «libertarismo», que es esencialmente una teoría extremadamente poco realista, acientífica e inhumana del anarquismo capitalista. Es decir, el papel del Estado (¡si es que existe!) debería limitarse a proteger la propiedad privada. Todo lo demás debería dejarse en manos del mercado. Sin embargo, su «libertarismo» sólo busca la libertad de mercado hasta el punto de negar por completo los derechos de la clase obrera y abolir sus organizaciones. Más allá de eso, el nepotismo y la corrupción campan a sus anchas entre ellos.
(88) En particular, aunque todos ellos han llegado al poder -o lo intentan- en el marco de la democracia burguesa, se adhieren a las leyes y normas establecidas de la política y el Estado sólo en la medida en que éstas sirven a sus intereses. Cuando es necesario y tienen la oportunidad, adoptan un enfoque extremadamente agresivo y autoritario. Su objetivo es transformar el Estado en un instrumento de su poder absoluto en la mayor medida posible. En este proceso, también pueden chocar con distintas partes del Estado, como hemos visto en los casos de Imran Khan y Donald Trump.
(89) Si lo consideramos, figuras como Putin, Orbán, Modi y Erdoğan han desmantelado en gran medida el sistema democrático burgués. Es muy difícil destituirlos únicamente por medios electorales. Imran Khan en Pakistán tenía ambiciones similares, mientras que Trump en Estados Unidos está avanzando rápidamente en este proceso. En cualquier caso, se trata de un fenómeno diferente al de las dictaduras militares tradicionales que llegan al poder mediante golpes de Estado.
(90) Esta situación es fundamentalmente una expresión de la profunda crisis -de hecho, la obsolescencia- del orden liberal establecido tras la Segunda Guerra Mundial, que es en sí mismo un aspecto de la obsolescencia del capitalismo. El problema es que el sistema es incapaz de funcionar con los viejos métodos. La política liberal ha sido despojada de sus fundamentos económicos. Hay un intenso malestar entre la gente, que conduce al rechazo a gran escala de las tendencias reformistas tradicionales de izquierda y derecha con sus políticas de «centro-izquierda» y «centro-derecha».
(91) Sin embargo, aunque el ascenso de esta derecha dura o no tradicional se debe en parte a los compromisos, traiciones y desviaciones ideológicas de la vieja izquierda, también influyen el fracaso y el retroceso de las nuevas corrientes de izquierda surgidas después de 2008. Algunos ejemplos son Syriza en Grecia, Podemos en España, Jeremy Corbyn en el Reino Unido y Bernie Sanders en EE.UU.
(92) Del mismo modo, el ascenso de la izquierda en América Latina, asociada a líderes como Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Dilma Rousseff (Brasil) y Evo Morales (Bolivia), así como a diversos movimientos sociales en distintos países -denominada la «Marea Rosa»- también se ha enfrentado a la derrota, o al menos a un importante revés. Además, el fracaso de la Primavera Árabe ha generado una desilusión generalizada.
(93) Independientemente de si llegaron al poder o no, el fracaso de las izquierdas en casi todos los casos mencionados se debe al elemento común del reformismo. A pesar de tener amplias y repetidas oportunidades, insistieron en limitar sus programas, estrategia y perspectivas dentro de los confines económicos y políticos del capitalismo.
(94) Incluso cuando los programas reformistas ganaron popularidad, no se utilizaron adecuadamente. Por ejemplo, los eslóganes clasistas populares de Bernie Sanders ganaron una tracción significativa en 2016. Sin embargo, todo el movimiento fue finalmente entregado al Partido Demócrata, descrito acertadamente como el cementerio de los movimientos. Si los Socialistas Democráticos de América (DSA), junto con figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), se hubieran separado del Partido Demócrata y hubieran hecho avanzar el movimiento con consignas clasistas sólidas y un programa concreto -al tiempo que construían organizaciones independientes-, la situación en Estados Unidos podría haber sido notablemente diferente. Incluso si Trump hubiera llegado al poder a pesar de esto, hoy se podría haber montado una fuerte resistencia contra él.
(95) Un vacío político no puede permanecer mucho tiempo sin llenar. Si la izquierda no lo llena, lo hará la derecha. Si la razón no se impone, reinarán la locura y la obscenidad. El ascenso de la «derecha dura» es una manifestación de exactamente esta situación, a la que asistimos hoy en muchas partes del mundo.
(96) Es importante recordar que tales corrientes políticas ganan popularidad en condiciones de intensa desilusión y disgusto hacia las condiciones imperantes. Por lo tanto, las consignas sin parar y la retórica de odio y ridiculización de la vieja élite política y el aparato estatal -el llamado «statu quo» o «establishment»- son elementos esenciales de su política. De este modo, se presentan como benefactores y salvadores del pueblo.
(97) Además, durante las últimas cuatro décadas, la privatización, la comercialización, la desindustrialización y la embestida mediática corporativa del neoliberalismo han distorsionado culturalmente las sociedades y han creado un ejército de ignorantes. Esto incluye no sólo a los sectores lumpen de la clase trabajadora sino, lo que es más importante, a la nueva clase media y a los nuevos ricos que han surgido como resultado de las políticas neoliberales.
(98) La frustración de las condiciones de crisis, combinada con esta hipocresía objetiva, conservadurismo, vulgaridad y estupidez, encuentra su expresión subjetiva en la política dominante, dando lugar a fenómenos como Bolsonaro, Javier Milei, Imran Khan y Donald Trump. En Pakistán, los partidarios del PTI (el partido de Imran Khan) se refieren a él con un epíteto específico que funciona no sólo como un insulto político, sino como una caracterización de hábitos, modos de pensar y patrones de comportamiento distintos. En Estados Unidos, los seguidores de Trump son en su mayoría de la misma calaña, quizá incluso peor.
(99) Cuando la clase obrera se levanta en movimientos y toma una dirección revolucionaria, no sólo arrastra a una parte importante de la clase media, sino también a varias capas de elementos lumpen. Sin embargo, en períodos de retroceso y reacción de clase, ocurre lo contrario, y varias capas de la clase obrera, junto con personas por lo demás razonables de la intelectualidad, son arrastradas por tendencias lumpen y vulgares. El atraso, la reacción y las creencias y prejuicios de baja calidad enterrados en el subconsciente de la gente resurgen y se imponen al pensamiento lógico. Hemos observado todas estas cosas en el fenómeno del PTI en Pakistán.
(100) En este sentido, existe una profunda similitud entre Imran Khan y Donald Trump en términos de personalidad y comportamiento. Sin embargo, en la medida en que Estados Unidos está más desarrollado que Pakistán, la arrogancia, el exceso de confianza, la estupidez y la vulgaridad de Trump son igualmente intensas, amplias y profundamente consecuentes.
(101) La terquedad, el narcisismo, el fanatismo, el egoísmo y la temeridad son los rasgos fundamentales de los líderes de este tipo. Irónicamente, estas mismas conductas les hacen populares entre determinadas capas o clases sociales. Sus conflictos con el establishment estatal y los representantes más astutos y serios del capital no se deben simplemente a desacuerdos políticos. Más bien, estos individuos son intrínsecamente revoltosos y poco fiables, lo que hace imposible la planificación a largo plazo y la continuidad política bajo su mando.
(102) Por eso también se les llama lumpen capitalistas o lumpen representantes del capitalismo. Son fundamentalmente miopes, es decir, indiferentes a las consecuencias de sus actos e incapaces de pensar o planificar a largo plazo. Además, en la mayoría de los casos, sus anhelos y ambiciones personales parecen estar por encima de las exigencias del sistema. Se trata fundamentalmente de una profunda crisis de liderazgo burgués.
(103) Los Estados imperialistas y las clases dirigentes sólo confían el poder a sus individuos más astutos y fiables, ya sean de derechas o de izquierdas. Detrás de esto se esconden décadas de selección, formación de la opinión pública y entrenamiento, durante las cuales los individuos poco fiables o los «extraños» son sistemáticamente marginados. Incluso en Estados como Pakistán, este mecanismo ha existido hasta cierto punto. Pero la crisis lo ha puesto todo patas arriba. Las riendas del imperialismo occidental, que antes planificaba a cien años vista, están ahora en manos de cadáveres andantes como Biden y de payasos como Trump, que cada día crean un nuevo espectáculo. Las medidas que Trump está tomando hoy habrían sido impensables, no sólo hace unas décadas, sino incluso durante su propio mandato anterior.
(104) Dejaremos para otra ocasión el debate sobre las similitudes y diferencias entre el trumpismo y el fascismo clásico alemán e italiano. Del mismo modo, hay una serie interminable de amenazas, declaraciones y movimientos de Trump después de llegar al poder, que no tenemos ni el espacio ni la necesidad de enumerar aquí. Lo que nos importa son las ambiciones de Trump y sus implicaciones: qué quiere hacer y cuáles podrían ser las consecuencias. Pero, ¿tiene Trump realmente un plan concreto y una agenda coherente? Curiosamente, independientemente de la respuesta a esta pregunta, la situación es peligrosa en cualquier caso.
(105) Sin embargo, siempre hay algún método o lógica oculto dentro de cada locura. Incluso las personas más insensatas tienen algunos objetivos y planes, por estúpidos, desastrosos o poco prácticos que sean. Además, no podemos esperar iluminación, cordura o racionalidad de los líderes de sistemas obsoletos y en crisis. La crisis de su sistema les vuelve locos. Esto es, en cierto modo, una expresión de la falta de confianza de las clases dirigentes en su propio sistema.
(106) En el caso de Trump, hay varias razones estratégicas y políticas detrás de abrir un nuevo frente, cometer nuevas vulgaridades y hacer nuevos alardes casi todos los días. En primer lugar, estas personas necesitan mantener a sus seguidores en un estado constante de frenesí, inseguridad y psicología de guerra contra el «enemigo», fomentando esencialmente una mentalidad de asedio. Toda la política de Imran Khan en Pakistán se basó en esta táctica, que implicaba el uso desenfrenado de mentiras, calumnias y exageraciones. Además, estos individuos narcisistas recurren a acciones absurdas para mantenerse en el candelero.
(107) Sin embargo, la planificación de Trump va más allá. Por un lado, implica avanzar de la forma más agresiva e inesperada posible, básicamente una especie de Blitzkrieg política. Por otro, pretende ocultar los verdaderos motivos dentro de un caos multidimensional. Muchas de sus absurdas acciones y órdenes sólo pretenden crear una «cortina de humo». Esto también da a sus seguidores la impresión de que día y noche se trabaja para alcanzar un gran objetivo.
(108) El objetivo principal de toda esta camarilla, incluidos Elon Musk y Trump, es aumentar su riqueza, que, obviamente, no conoce límites. Para ello, no sólo necesitan un poder autoritario sin límites, sino también controlar los déficits y las deudas sin control de la economía. Esto requiere un programa económico extremadamente agresivo y despiadado, que, a su vez, necesita la supresión de los derechos democráticos y de toda forma de resistencia, ya sea política, de clase o de cualquier facción del Estado. Esta es la lógica fundamental detrás de toda esta locura y caos. Todo lo demás gira en torno a ella, tanto si tienen una estrategia sólida a largo plazo como si simplemente avanzan por «ensayo y error».
(109) También hay que señalar que las ideas sociales y culturales extremadamente reaccionarias y conservadoras asociadas a la extrema derecha -negación de los derechos de género, superioridad y prejuicios raciales, religiosidad, etc.- forman parte inevitable de este proyecto. No se trata simplemente de una cuestión de creencias personales. Más bien, es su necesidad social y política. Como explica el marxista estadounidense Adam Shils:
Trump necesita una base social fuerte para llevar a cabo un programa de enriquecimiento tan grande. Aquí es donde entran en juego las ideas sociales de derechas. Las inclinaciones políticas personales de Trump son ciertamente hacia la extrema derecha. Uno de sus primeros pasos en la escena política fue comprar un anuncio a toda página en The New York Times pidiendo la ejecución de los (totalmente inocentes) Cinco de Central Park. Sin embargo, las ideas de derechas son algo más que ideología para Trump. Las utiliza consciente y deliberadamente para construir una base popular. No podía crear un seguimiento masivo sobre la base de «más dinero para mí», así que se ha posicionado como un ideólogo de extrema derecha. El nuevo Presidente ha tenido mucho éxito presentándose como un populista que defiende al «hombre común frente a las élites». Por supuesto, como cualquier demagogo hábil, no sólo refleja los sentimientos y emociones populares, sino que también los aviva y profundiza.
(110) Sin embargo, el problema no se limita a Estados Unidos. Con las mismas ambiciones, también quieren crear un nuevo orden (¿o desorden?) mundial con actores de la misma calaña de autócratas. El apretón de manos de Trump con Putin no carece de razón. Sin embargo, esta camaradería no es del todo nueva. Javier Milei en Argentina es el ideal de Elon Musk. Del mismo modo, la administración Trump apoya abiertamente las tendencias de extrema derecha en Europa. Así pues, se trata una vez más de una agrupación internacional con muchos intereses compartidos y profundas conexiones empresariales, ideológicas y políticas.
(111) Contemplan el decoro del orden liberal con extremo desprecio. Los viejos acuerdos comerciales, las alianzas o instituciones económicas/militares/políticas (Unión Europea, Naciones Unidas, OTAN, etc.) y las conversaciones sobre protección medioambiental, democracia y derechos humanos son, en su opinión, propuestas totalmente perdedoras. Es cierto que el capitalismo siempre ha empleado tales promesas como herramientas de engaño e hipocresía. Hoy, sin embargo, incluso mantener esta hipocresía se ha convertido en un lastre.
(112) El propio Estado burgués no es ni la clase capitalista ni la clase dominante. Más bien funciona como el comité administrativo de la burguesía, encargado de mantener el orden y formular políticas que sirvan a los intereses a largo plazo del capital. Para ello, no duda en utilizar la fuerza, incluso contra los elementos de la élite que suponen una amenaza para la estabilidad del sistema. En particular, instituciones como el poder judicial suelen emitir veredictos que cultivan una imagen de «neutralidad», «respeto» y «sacralidad».
(113) En este sentido, los Estados también incurren en muchos gastos que no tienen un beneficio inmediato o directo. Un capitalista ordinario los consideraría una pérdida o un despilfarro. Sin embargo, tienen beneficios indirectos y a largo plazo y son necesarios para mantener la estabilidad y el dominio del sistema. Los programas de bienestar público también entran en esta categoría. Pero puede haber otros tipos de gastos destinados a las relaciones públicas y a la «creación de imagen» del Estado.
(114) Los Estados imperialistas también tienen que sufragar gastos similares a nivel mundial, como préstamos en condiciones favorables para los países pobres, garantías de defensa para los aliados, becas para estudiantes del Tercer Mundo, subvenciones, ayudas y fondos para diversos proyectos de la ONU y ONG. Estos gastos no producen beneficios inmediatos, pero no son en absoluto «caridad». Al contrario, son necesarios para mantener el orden imperialista a largo plazo.
(115) Sin embargo, las carencias del capitalismo han crecido hasta tal punto que cada vez es más incapaz de soportar tales gastos. Este proceso lleva en marcha varias décadas, pero se ha intensificado desde 2008. La expresión más evidente de ello son, una vez más, populistas como Trump y Milei.
(116) Al igual que Imran Khan lo veía todo como un partido de críquet, Trump y Elon Musk ven cada asunto como un negocio. Para ellos, el Estado estadounidense es una corporación privada, y todo asunto económico debe verse en términos de pérdidas y ganancias inmediatas. Fundamentalmente, quieren eximir al Estado de todas sus responsabilidades reguladoras, asistenciales y administrativas y reducirlo a simples bandas armadas que protejan, mediante la coacción desnuda, los intereses de su banda. Cualquiera que no los acepte como mesías y amos es un traidor y un enemigo. Con esta perspectiva, están llevando a cabo una gran purga en instituciones como el FBI, la CIA y el ejército, así como en la burocracia estatal.
(117) En línea con la agenda antes mencionada, la camarilla de Trump está implementando un programa extremadamente despiadado de privatización y reducción de personal en EE.UU., que incluye a la mayoría -o al menos a un gran número- de los 2,4 millones de empleados federales. Aunque estos hostiles designios no se están revelando plenamente por el momento, existen planes para eliminar o destripar sectores enteros del gobierno, incluidos el Departamento de Educación y el Departamento de Trabajo, e instituciones como USAID y VOA. Para ello, se están utilizando simultáneamente amenazas y paquetes similares al «apretón de manos de oro». Según algunos informes, 75.000 empleados ya han aceptado esta última oferta. Sin embargo, también están surgiendo los primeros signos de resistencia por parte de los sindicatos.
(118) Al igual que Imran Khan, tras llegar al poder, hizo una montaña de un grano de arena sobre los búfalos y los coches desguazados en la Casa del Primer Ministro, Elon Musk está «destapando» miles y miles de millones de dólares en presunta corrupción todos los días a través de su «DOGE», que por cierto no tiene ningún estatus constitucional o legal razonable y está compuesto por charlatanes y payasos aún mayores que el propio Musk. También intentan acceder a los asuntos e información financiera más sensible del Estado. Las mentiras, el engaño y la exageración campan a sus anchas, pero como el ciudadano de a pie no suele estar muy familiarizado con los complejos datos económicos y la contabilidad estatal, se deja engañar o confundir fácilmente.
(119) Lo mismo ocurre en cuestiones de economía exterior. Aunque no creen en principios como los derechos humanos, los valores democráticos, la libertad de expresión, la protección del medio ambiente y la salud pública -incluida la vacunación-, incluso hasta el punto de mantener una fachada de hipocresía, también hay motivaciones económicas detrás de acciones como retirar a EEUU de las organizaciones de salud y derechos humanos de la ONU y cerrar agencias como USAID. O, como mínimo, se está dando a la opinión pública estadounidense la impresión de que ahora se está ahorrando el dinero del que vivía todo el mundo. Sin embargo, al igual que sus otras acciones, tales afirmaciones de ahorro y «eficiencia» son extremadamente vulgares y patéticas. Más adelante profundizaremos en ello.
(120) La cuestión del desastre medioambiental y el cambio climático es especialmente grave. Toda esta pandilla nacional e internacional niega el calentamiento global. Trump ha sacado a EE.UU. del Acuerdo Climático de París y ha indicado la destrucción ambiental sin restricciones con fines de lucro, incluyendo la perforación ilimitada de petróleo. Hay que recordar que durante el último año y medio, la temperatura media de la Tierra ha ido en constante aumento, alcanzando 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Esto es precursor de una gran catástrofe, cuyos efectos ya se están observando en forma de fenómenos meteorológicos extremos. Mientras que una solución viable a este problema no es posible bajo el capitalismo, la destrucción del medio ambiente sólo se intensificará bajo gente como Trump. Estos psicópatas están empujando a la humanidad hacia la ruina total y la aniquilación.
(121) La pregunta es: ¿cuánto pueden ahorrar con estos planes? Para responder a esta pregunta, primero debemos analizar el estado de los déficits y deudas de Estados Unidos. Actualmente, el déficit interno (fiscal) de Estados Unidos es de aproximadamente 2 billones de dólares, y su déficit externo (cuenta corriente) es de 1 billón de dólares. Combinados, estos déficits ascienden aproximadamente al 10% del PIB. Mientras tanto, la deuda pendiente del gobierno federal es de 36 billones de dólares, lo que supone alrededor del 125% del PIB (¡sólo era del 55% en 2001!). Se trata de una situación económica catastrófica que no puede mantenerse durante mucho tiempo.
(122) Ahora, comparemos estas cifras con USAID, cuyo presupuesto anual no llega a los 40.000 millones de dólares. Incluso si incluimos todas las demás formas de ayuda exterior y los fondos concedidos a la ONU, la cantidad total probablemente no alcance los 100.000 millones de dólares. Evidentemente, esto no es ni siquiera una fracción de los déficits a los que se enfrenta el país. Aunque la USAID es sin duda un proyecto imperialista, hay que tener en cuenta que casi 2,5 millones de personas de países extremadamente pobres dependen de ella para obtener alimentos, medicinas y otras necesidades básicas de la vida.
(123) Aunque es de esperar que estos capitalistas de pacotilla se dediquen a recortar gastos, también albergan un profundo resentimiento hacia las instituciones internacionales liberales. En cualquier caso, detrás de estos aparentemente absurdos intentos de ahorro se esconde una maniobra mayor. Su verdadero objetivo es el sistema de Seguridad Social estadounidense, cuyos gastos anuales ascienden aproximadamente a 1,3 billones de dólares y al que Elon Musk ha echado el ojo desde el primer día. A este respecto, se están descubriendo «miles de millones de dólares» en supuesta «corrupción» dentro de la Seguridad Social y, en ocasiones, se «descubre» que personas de 150 años de edad siguen recibiendo ayudas del Gobierno mucho después de su muerte. Sin embargo, hace unos días, llevando esta intriga y propaganda un paso más allá, Musk calificó abiertamente a la Seguridad Social de ¡»esquema Ponzi»!
(124) Pasemos ahora a la política arancelaria de Trump, que ha empeorado aún más la ya frágil economía mundial. Los mercados internacionales se encuentran en un estado de grave incertidumbre. Las bolsas de EE.UU. y de la mayor parte del mundo están cayendo. Crecen las perspectivas de una profunda recesión y se revisan las cifras de la tasa de crecimiento económico mundial.
(125) Un arancel es esencialmente un tipo de impuesto sobre las importaciones, que un Estado impone para desincentivar la importación de determinadas mercancías o de la mayoría de ellas. El objetivo de esta política es reducir los déficits comerciales y ofrecer protección a los capitalistas locales en una competencia que no pueden ganar.
(126) La idea general es que si se protege a los capitalistas nacionales de la competencia extranjera, irán acumulando capital y podrán competir en el futuro. Se trata, pues, de un método de promoción del capitalismo nacional. India también utilizó este método con bastante firmeza hasta 1991. China sigue adoptando este tipo de métodos en diversas formas, lo que irrita enormemente a los economistas liberales. Sin embargo, incluso los Estados avanzados de Occidente se adhirieron a este tipo de políticas proteccionistas durante largos periodos en el pasado. Aunque, después de la Segunda Guerra Mundial, cambiaron hipócritamente al libre comercio en consonancia con sus intereses imperialistas, y obligaron a los países subdesarrollados como el nuestro a abrir sus mercados.
(127) Los aranceles también pueden dirigirse a países o grupos de países concretos. Por ejemplo, si Estados Unidos compra acero tanto a Canadá como a China, puede imponer un arancel del 25% sólo al acero chino (es sólo un ejemplo hipotético). Sin embargo, por lo general, los aranceles se responden con aranceles de represalia. Por ejemplo, si Estados Unidos impone aranceles a los productos chinos, China también impondrá aranceles a los productos estadounidenses que entren en su país. En esencia, se trata de una guerra comercial.
(128) A este respecto, conviene tener en cuenta algunos puntos. En primer lugar, la economía del país al que se imponen aranceles se ve afectada negativamente porque sus exportaciones se ven afectadas. En segundo lugar, la inflación aumenta en el país que impone los aranceles. Obviamente, si un producto que antes costaba 100 dólares ahora cuesta 125 debido al arancel, los 25 dólares adicionales saldrán de los bolsillos de los consumidores. En tercer lugar, los ingresos del Estado aumentan porque los 25 dólares adicionales entran en las arcas del Estado.
(129) Así pues, las implicaciones a corto y largo plazo de los aranceles en las economías nacionales y mundiales son complejas. A nivel nacional, también hay que ver sobre qué base se estructura el modelo económico del país que impone los aranceles. ¿Beneficiará en última instancia esta política proteccionista a la población, o es un mero intento de favorecer a los capitalistas nacionales? Y si se está favoreciendo a los capitalistas nacionales, ¿son capaces de valerse por sí mismos en el futuro? No obstante, incluso un Estado obrero, en condiciones de aislamiento, puede verse obligado a tomar este tipo de medidas, que obviamente se concebirían en interés de las masas trabajadoras.
(130) En términos de economías mundiales o regionales, un factor importante es la cuota o el peso del país que impone aranceles en la economía mundial. Si una economía importante impone aranceles (como es el caso de EE.UU.), tiene efectos extremadamente negativos sobre el comercio y la actividad económica mundiales. La economía burguesa suele concluir que los aranceles no son beneficiosos a largo plazo. Reducen el consumo, aumentan la inflación y reducen las tasas de crecimiento. Sin embargo, ésta es la contradicción de la competencia de mercado: ya sea entre individuos o entre Estados nacionales, en última instancia perjudica a todos.
(131) Durante los períodos de auge económico, los Estados imperialistas cantan las alabanzas de la globalización y el libre comercio, como hemos visto en las décadas anteriores a 2008. Sin embargo, en tiempos de crisis, el retorno de las políticas proteccionistas se hace inevitable. Todo se convierte en su contrario.
(132) Sin embargo, consideren esto: hoy no es un Estado débil, dominado o insignificante el que habla de aranceles. Más bien, es el Estado imperialista más grande e históricamente más poderoso del mundo, que ha sido el jefe del modelo liberal de economía de libre mercado durante casi 80 años. ¿Qué prueba más contundente podría haber del fracaso de este sistema?
(133) A la luz de todo este debate, la política arancelaria de Trump es una receta completa para empujar a la economía mundial, ya en declive, a una crisis más profunda.
(134) Trump justifica los aranceles alegando que las drogas y los inmigrantes ilegales están siendo introducidos de contrabando en los EE.UU. desde Canadá, México y China, y por lo tanto, deben ser castigados. Ahora amenaza con imponer también fuertes aranceles a los productos europeos. Obviamente, la mentira y la exageración son sus hábitos. Sin embargo, estos aranceles son, en cualquier caso, una forma torpe y burda de un imperialismo estadounidense en declive de afirmar su dominio sobre el mundo.
(135) Más allá de la intimidación y la fanfarronería, Trump también pretende alcanzar algunos objetivos económicos concretos a través de los aranceles. En primer lugar, cree que esto no solo reducirá los déficits comercial y por cuenta corriente, sino que también beneficiará a la industria nacional estadounidense y obligará a las empresas extranjeras afectadas a trasladar su producción a Estados Unidos. Esto creará nuevos puestos de trabajo e impulsará la economía. Sin embargo, un objetivo quizá aún más importante es que el aumento de los ingresos públicos derivados de los aranceles -según sus fantásticas afirmaciones, ascenderán a billones de dólares- reducirá el déficit interno y permitirá importantes recortes fiscales para su camarilla.
(136) Sin embargo, esto es sólo una cara del cuadro. Obviamente, los países a los que Estados Unidos imponga aranceles tomarán represalias con sus propios aranceles. Esto contraerá aún más el comercio internacional y reducirá las tasas de crecimiento económico mundial. No es casualidad que los mercados bursátiles estén cayendo y que se exprese el temor a un drástico descenso del crecimiento económico. Economistas sensatos han venido advirtiendo sistemáticamente de que la situación podría derivar en una guerra comercial de gran envergadura, desencadenando un círculo vicioso del que podría resultar imposible sacar a la economía.
(137) Los aranceles también aumentarán la inflación. Sabemos muy bien que desde la crisis COVID, la inflación se ha convertido en un grave problema en todo el mundo. La disminución del poder adquisitivo ha provocado graves disturbios incluso en los países occidentales. Por ejemplo, entre 2020 y 2024, los precios de los productos de primera necesidad en EE.UU. han aumentado un 21,1%. El 52% de los estadounidenses cree que su situación económica ha empeorado desde 2020. Cabe recordar que la inflación fue un tema importante en las recientes elecciones estadounidenses.
(138) No sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, la inflación está resurgiendo. En 2024, la tasa de inflación mundial fue del 5,76%, la más alta desde 1996. Sin embargo, la guerra comercial que Trump está alimentando aumentará aún más la inflación en EE.UU. y en otros lugares, lo que hará necesario otro aumento de los tipos de interés. Como consecuencia, aumentará la carga de la deuda sobre las frágiles economías nacionales y las empresas, y se incrementarán las quiebras. No sólo estallarán las burbujas inmobiliaria y bursátil, sino que también disminuirá la inversión en los sectores productivos. Así, surgirá una forma grave de estanflación.
(139) Los comentarios de los responsables políticos relativamente clarividentes del capital sobre el ascenso de Trump y los sucesivos asaltos al orden imperialista liberal no carecen de interés. En este contexto, nos gustaría presentar algunos extractos de los últimos números de The Economist. En su número publicado el 8 de marzo, The Economist, al reevaluar la situación económica y las perspectivas, escribe:
En su discurso ante el Congreso el 4 de marzo, el presidente Donald Trump pintó un cuadro fantástico. El Sueño Americano, declaró, estaba surgiendo más grande y mejor que nunca. Sus aranceles preservarían el empleo, enriquecerían aún más a Estados Unidos y protegerían su propia alma. Por desgracia, en el mundo real las cosas son distintas. Inversores, consumidores y empresas muestran los primeros signos de aversión a la visión trumpiana. Con su proteccionismo agresivo y errático, el Sr. Trump está jugando con fuego. Al imponer aranceles del 25% a los productos procedentes de Canadá y México… el Sr. Trump está poniendo luz a una de las cadenas de suministro más integradas del mundo… También ha aumentado los aranceles a China y ha amenazado a la Unión Europea, Japón y Corea del Sur. Puede que algunos de estos aranceles se aplacen; puede que otros nunca lleguen a materializarse. Sin embargo, tanto en economía como en relaciones exteriores, cada vez está más claro que la política se establece según el capricho del presidente. Esto causará daños duraderos en el país y en el extranjero.
Cuando el Sr. Trump ganó las elecciones en noviembre, los inversores y los jefes le aclamaron… Por desgracia, esas esperanzas se están esfumando. El DOGE de Elon Musk está sembrando el caos y acaparando titulares, pero aún hay pocos indicios de una bonanza desreguladora.
No es de extrañar que, a pesar de que el Sr. Trump habla de una remontada rugiente, los mercados estén parpadeando en rojo.
La alarma se debe a que los inversores se están dando cuenta de que Trump está menos sujeto a limitaciones de lo que esperaban…
Igual de importante es que las personas que rodean al presidente también parecen carecer de influencia. Scott Bessent, el secretario del Tesoro, y Howard Lutnick, el secretario de Comercio, son ambos financieros, pero si están tratando de frenar al Sr. Trump, no lo están haciendo muy bien… Pocos empresarios quieren decir la verdad al poder por miedo a atraer la ira del Sr. Trump. Y así, el presidente y la realidad parecen alejarse cada vez más.
La economía mundial se encuentra en un momento peligroso… A medida que el mensaje de que el Sr. Trump está perjudicando a la economía se hace más fuerte, podría arremeter contra los mensajeros, incluidos sus asesores, la Fed o los medios de comunicación. Es probable que el presidente habite su fantasía proteccionista durante algún tiempo. El mundo real pagará el precio.
(140) En su edición del 15 de marzo, The Economist comentaba lo siguiente sobre los países aliados que se enfrentan a la ira de Trump:
Durante décadas, Estados Unidos ha apoyado a sus amigos y disuadido a sus enemigos. Esa firmeza está siendo puesta patas arriba, a medida que Donald Trump arma a sus aliados y busca acuerdos con sus adversarios. Tras congelar toda la ayuda a Ucrania el 3 de marzo, su administración la restableció cuando Ucrania aceptó en principio una tregua de 30 días. No está claro hasta qué punto la Casa Blanca presionará a Vladimir Putin para que la acepte. El mismo día, Trump impuso aún más aranceles a Canadá…
El Sr. Trump y sus partidarios creen que sus frenéticas acciones aumentan el poder estadounidense, rompiendo bloqueos y sacudiendo a aliados morosos o parásitos. El alto el fuego propuesto en Ucrania es una prueba de que puede cambiar el comportamiento de los países. ¿Pero a qué precio? Su guerra comercial está sembrando el pánico en los mercados financieros. Los 40 y pico países que han puesto su seguridad en manos de Estados Unidos desde 1945 están sufriendo una crisis de confianza. Temen la inconsistencia y el cortoplacismo del Equipo Trump: un alto el fuego en Gaza que se parece bastante al ucraniano puede derrumbarse pronto… Los aliados se preguntan si están seguros de que el Sr. Trump o un presidente J.D. Vance lucharían a su lado si ocurriera lo peor. Por desgracia, la respuesta es: no lo suficientemente seguros.
Los aliados asiáticos temen que Trump se vuelva contra ellos. Australia, Japón, Corea del Sur y otros países esperan que su hostilidad hacia China sea lo suficientemente profunda como para que no les abandone. Pero sus quejas sobre los tratados comerciales y de defensa no tienen límites geográficos. Dada su determinación de evitar la tercera guerra mundial con Rusia por Ucrania, las negociaciones con China o Corea del Norte podrían verle ofrecer concesiones que debiliten a los aliados y hagan más vulnerable a Taiwán.
Los aliados de Estados Unidos deberían intentar evitar ese funesto resultado, empezando hoy mismo. Una idea es disuadir a Estados Unidos del daño mutuo. Eso significa identificar medidas de represalia no convencionales y calibrar su uso para evitar una espiral descendente al estilo de los años treinta.
Los aliados de Estados Unidos deben buscar la fuerza en los números. Europa necesita un plan para asumir el liderazgo de la OTAN, unirse al CPTPP, un acuerdo comercial asiático, y cooperar más estrechamente con Japón y Corea del Sur en tecnología militar y civil. Esto crearía escala y ayudaría a gestionar las rivalidades. También preservaría un orden liberal alternativo, aunque muy inferior al original. Los aliados deberían estar preparados para dar la bienvenida a Estados Unidos bajo un nuevo presidente en 2029, aunque el mundo no será el mismo. Puede que se haya desatado la proliferación nuclear, China se habrá hecho más fuerte y el poder y la credibilidad de Estados Unidos se habrán visto gravemente dañados. Para sus aliados, no tiene sentido lamentarse: tienen que endurecerse y ponerse a trabajar.
(141) La edición del 1 de marzo también refleja pensamientos similares:
La ruptura del orden posterior a 1945 se acelera. En escenas extraordinarias en la ONU esta semana, Estados Unidos se puso del lado de Rusia y Corea del Norte contra Ucrania y Europa. El probable nuevo canciller de Alemania, Friedrich Merz, advierte de que para junio la OTAN puede estar muerta… El equipo Trump afirma que sus acuerdos traerán la paz y que, tras 80 años de tomaduras de pelo, Estados Unidos convertirá su estatus de superpotencia en beneficios. En lugar de eso, hará que el mundo sea más peligroso y que Estados Unidos sea más débil y más pobre.
Por lo tanto, el mundo sufrirá. De lo que no se da cuenta Trump es de que Estados Unidos también sufrirá. Su papel global ha impuesto una carga militar y una apertura al comercio que ha perjudicado a algunas industrias estadounidenses. Sin embargo, los beneficios han sido mucho mayores. El comercio beneficia a los consumidores y a las industrias importadoras. Ser el corazón del sistema financiero del dólar ahorra a Estados Unidos más de 100.000 millones de dólares al año en intereses y le permite tener un elevado déficit fiscal. El negocio exterior de las empresas estadounidenses asciende a 16 billones de dólares. Estas empresas prosperan en el extranjero gracias a unas normas comerciales mundiales razonablemente predecibles e imparciales, en lugar de a los chanchullos y los favores especiales transitorios, una ética que conviene mucho más a las empresas chinas y rusas.
Los defensores de la negociación asumen que Estados Unidos puede conseguir lo que quiere negociando. El Congreso, los mercados financieros o los votantes podrían convencer a Trump de que dé marcha atrás. Pero el mundo ya ha empezado a planificar una era sin ley.
(142) La gravedad de la situación se refleja claramente en la preocupación expresada en estas líneas. Sin embargo, merece la pena considerar varios puntos. Por ejemplo, ellos mismos reconocen que el alto el fuego en Gaza no es sostenible. Como la mayoría de los conflictos del mundo, este asunto, creado por el imperialismo, es una herida que supura continuamente. Pero la «solución» propuesta por Trump -que implica el desplazamiento completo de la población palestina y la transformación de Gaza en un «centro turístico»- revela la profundidad del fanatismo y la vileza a la que han descendido los jefes imperialistas. En Gaza, Trump no ve genocidio y devastación, sino más bien un rentable negocio inmobiliario. Sin embargo, si reflexionamos, sólo ha articulado lo que los líderes imperialistas «civilizados» han dudado en decir abiertamente. Pero como Trump es grosero e impaciente, quiere zanjar décadas de trabajo en meses o años. No obstante, es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que se propone y discute abiertamente la erradicación completa de una nación -básicamente limpieza étnica-.
(143) Sin duda, desplazar a los palestinos no es fácil. Sin embargo, las grandes pérdidas sufridas por Hezbolá y Hamás en el reciente conflicto con Israel -incluido el asesinato de líderes clave- y la caída del gobierno de Bashar en Siria han supuesto un duro golpe para Irán. Pero incluso antes de eso, Irán ha sido incapaz de emprender ninguna acción concreta en favor de los palestinos más allá de la retórica hueca y los enfrentamientos controlados con Israel. Detrás de esto está la crisis interna del Estado iraní, así como su debilidad técnica, militar y económica en comparación con Israel. Y lo que es más importante, el corrupto clero iraní lleva mucho tiempo utilizando como arma la causa palestina y la retórica antiestadounidense para legitimar su tiranía. ¿Cómo se puede esperar una lucha antiimperialista de un Estado reaccionario y explotador que no deja piedra sobre piedra cuando se trata de oprimir a su propio pueblo? En cualquier caso, estos acontecimientos han disipado muchas ilusiones asociadas a Irán.
(144) Aunque el propio sionismo está sufriendo una profunda crisis interna y decadencia, ha ganado algo de confianza gracias a la débil posición de Irán y al pleno respaldo de Trump. Sin embargo, aunque Hamás y Hezbolá sí se han debilitado, su completa eliminación por medios militares es casi imposible. En este sentido, el reciente alto el fuego es sólo un acuerdo temporal, que podría colapsar en cualquier momento. Las contradicciones que impulsan el conflicto permanecen intactas. Mientras exista el tumor maligno llamado Israel en el cuerpo de Oriente Próximo, la región seguirá retorciéndose de dolor y sufrimiento.
(145) Pero Trump quiere «resolver» la cuestión de Ucrania de la misma manera que quiere manejar Palestina. Su «propuesta» es que la parte de Ucrania ocupada por Rusia (alrededor del 20%) debe ser cedida permanentemente a Rusia, mientras que el resto de Ucrania debe entregar todos sus recursos minerales a los Estados Unidos, que luego podrían ser saqueados en colaboración con Rusia. Se trata esencialmente de un plan para la partición imperialista de Ucrania entre Rusia y Estados Unidos. En este contexto, la disputa pública entre Zelensky y Trump en la Casa Blanca, presenciada por todo el mundo, es también un acontecimiento único, inimaginable de antemano.
(146) La guerra de Ucrania ha dejado al descubierto la bancarrota ideológica de muchos en la izquierda. Estas tendencias campistas han fracasado por completo a la hora de comprender el complejo contexto histórico de la cuestión, la cuestión nacional, las realidades sobre el terreno de la región y la distinción crucial entre el Estado ucraniano y su pueblo. Reducir este conflicto a una mera consecuencia de la expansión de la OTAN o descartarlo como una simple guerra por delegación entre dos potencias imperialistas no sólo es incorrecto, sino una postura criminalmente negligente. Muchos de ellos se niegan incluso a reconocer a Rusia como potencia imperialista o, en el mejor de los casos, la consideran el «mal menor». Un razonamiento erróneo similar ha caracterizado su postura respecto al régimen de Bashar al-Assad. Por lo tanto, creemos que es esencial analizar las situaciones de Siria y Ucrania por separado. En este sentido, se han incluido dos apéndices al final de este documento.
(147) Si tenemos en cuenta los extractos de The Economist mencionados anteriormente, queda claro que están más preocupados por el estilo y los métodos de Trump que por sus políticas reales. Por ejemplo, no escucha a nadie, es incontrolable, carece de coherencia y actúa arbitrariamente. Por eso no es de fiar, y la planificación a largo plazo es imposible con él. A pesar de apoyar las políticas de desregulación interna, The Economist se queja de que hay más ruido que acción.
(148) Los extractos también hacen hincapié en la planificación para salvar los restos del orden liberal. Los responsables políticos europeos ya están considerando seriamente la situación en este contexto. Tras la reprimenda de Trump a Zelensky, el jefe de política exterior de la UE declaró abiertamente: «El mundo libre necesita ahora un nuevo líder». Son palabras inusuales.
(149) Sin embargo, gestionar este orden sin EEUU no sólo es muy difícil sino también costoso. Europa tendrá que rearmarse, ampliar masivamente sus ejércitos y asumir las garantías de defensa que antes proporcionaba Estados Unidos. Esto requiere grandes gastos, lo que no es un buen augurio para unas economías ya en crisis y unas poblaciones que sufren la austeridad.
(150) El «rearme» europeo significa una nueva carrera armamentística. Otro aspecto alarmante es que varios países europeos podrían intentar adquirir armas nucleares. Anteriormente, EEUU había asumido la responsabilidad de su defensa en caso de guerra nuclear (en Europa sólo Francia y el Reino Unido tienen armas nucleares). Sin embargo, en la nueva situación, las perversas tendencias a la proliferación nuclear se intensificarán.
(151) La OTAN ya se encuentra en un estado de disfunción. Trump se burla de Europa por no gastar lo suficiente en la OTAN. Pero también ha lanzado un nuevo giro: quiere que la OTAN le apoye para apoderarse de Groenlandia. En otras palabras, ¡la OTAN tendría que ayudar a un Estado miembro a apoderarse de una gran parte de otro Estado miembro! Dinamarca ya ha condenado enérgicamente las declaraciones de Estados Unidos sobre la ocupación de Groenlandia. El primer ministro danés ha dicho indirectamente a Trump que se deje de tonterías. Del mismo modo, el gobierno, las figuras políticas y el público canadienses han reaccionado enérgicamente ante la idea de convertir a Canadá en el 51º Estado de EE.UU.
(152) Sin embargo, el problema no es sólo con la OTAN, sino también con la Unión Europea. La UE ya se enfrenta a inclinaciones centrífugas. Pero el apoyo de Trump a gobiernos y partidos políticos de extrema derecha no hará sino reforzar estas propensiones. Si examinamos la situación, los países europeos ya están divididos en cuanto a sus relaciones con Trump. Si los partidos de extrema derecha llegan al poder en más países, esta división no hará sino profundizarse.
(153) Curiosamente, incluso fuera de Europa, la actitud de Trump es relativamente más cálida hacia Estados o gobiernos autoritarios. Incluso invita inesperadamente a negociar a países históricamente antiamericanos. Por ejemplo, este fue el caso de Corea del Norte en el pasado, y ahora ha invitado a Irán a conversaciones sobre cuestiones nucleares, al tiempo que lanza ataques contra los rebeldes Houthi aliados de Irán, lo que podría escalar a un conflicto mayor. Aunque Irán ha rechazado ostensiblemente esta oferta para salvar la cara tras su humillación a manos de Israel. Tras los recientes acontecimientos, los iraníes podrían plantearse seriamente desarrollar armas nucleares o, al menos, dar la impresión de hacerlo para reforzar su posición negociadora. En cualquier caso, los esfuerzos entre bastidores para llegar a algún entendimiento están ciertamente en curso. Del mismo modo, en su reciente discurso ante el Congreso, ¡Trump elogió sorprendentemente a Pakistán!
(154) En una línea similar, la política de Trump hacia China durante su segundo mandato aún no está clara. Está imponiendo aranceles incluso a sus aliados. Por lo tanto, los aranceles impuestos a China no son nada extraordinario, al menos hasta ahora.
(155) Algunos creen que una de las razones de su política de estrechar la mano a Rusia, adoptar una postura relativamente más blanda hacia Pakistán y alimentar tendencias nacionalistas extremas en Estados Unidos es que quiere aislar y cercar gradualmente a China. Esto incluiría obviamente esfuerzos para sabotear proyectos como CPEC, BRI y las inversiones extranjeras de China. Sin embargo, como hemos visto anteriormente, incluso los responsables políticos imperialistas temen que pueda tender la mano a China (o, como ellos dicen, «hacer concesiones»). Por lo tanto, esta cuestión también está plagada de incertidumbre. De todos modos, en la siguiente parte del documento, examinaremos China en un contexto histórico relativamente detallado.
(156) En los últimos años o décadas, han surgido dos tendencias extremas en los círculos marxistas en relación con el ascenso de la extrema/dura derecha. La primera exagera el peligro, allanando el camino para alianzas y compromisos con el reformismo liberal burgués o de izquierdas. Por el contrario, hay tendencias que, o bien no reconocen a la extrema derecha como un fenómeno distinto, o bien no la consideran una amenaza (¡porque no se ajusta a la definición clásica de fascismo, o las condiciones no son las mismas!)
(157) El tiempo ha demostrado que ambas posturas están equivocadas. Las tendencias de extrema derecha que han surgido en los últimos tiempos son bastante diferentes de la derecha tradicional y pueden intensificarse y expandirse en los próximos días, planteando serias amenazas a las masas trabajadoras. Sin embargo, dado que su ascenso se ha visto facilitado por el propio fracaso del reformismo, éste no puede detenerlas.
(158) Tampoco se pueden depositar muchas esperanzas en el poder judicial. Algunos tribunales inferiores están tratando de bloquear las acciones de Trump, pero la mayoría de los tribunales superiores están llenos de partidarios de Trump. Los que no lo son serán destituidos o marginados por él. Por lo tanto, el poder judicial no puede bloquear su camino por mucho tiempo. La fuerza solo puede ser contrarrestada por la fuerza. Esta es una batalla que los trabajadores tendrán que librar por sí mismos.
(159) No se puede predecir lo suficiente qué otras medidas tomará Trump en los próximos días. Por ahora, una gran parte de la clase dirigente estadounidense está enamorada de él, especialmente los millonarios de la tecnología. Con la esperanza de aumentar sus beneficios y su riqueza, toleran su descaro. Sin embargo, a medida que empeoren las condiciones, la situación podría cambiar rápidamente. No se puede descartar la posibilidad de que Trump y sus compinches sean destituidos, o incluso eliminados.
(160) En cualquier caso, hemos examinado los fundamentos socioeconómicos y las ambiciones de Trump y figuras similares en el contexto del carácter de la época actual y de las condiciones objetivas. Esto aclara en gran medida las posibilidades futuras.
China, India y los BRICS
(161) En los últimos años, con el declive del imperialismo occidental y el ascenso de China, ha crecido la percepción de que alianzas como el BRICS podrían convertirse en los próximos tiempos en una alternativa al orden mundial basado en Bretton Woods y el Consenso de Washington (OTAN, FMI, Banco Mundial, UE, etc.).
(162) Esta narrativa tiene varias formas, incluida la idea de que China es progresista en comparación con el imperialismo occidental. En Pakistán, personas como Mushahid Hussain presionan activamente en este sentido. Del mismo modo, se habla de un nuevo «bloque oriental» antiimperialista formado por China, Rusia, Irán y varios países del Tercer Mundo. Algunos creen que este bloque ya es una realidad, mientras que otros expresan tales deseos. Evidentemente, cada cual es libre de soñar, y la estupidez no tiene límites.
(163) Por el contrario, hay personas que no consideran a China una fuerza progresista, sino que exageran sus capacidades e influencia. En otras palabras, la consideran igual o incluso más influyente que Estados Unidos. En su opinión, el sol ya se ha puesto para el imperialismo estadounidense.
(164) Otro enfoque excesivamente simplista consiste en calificar la economía china de meramente «capitalista» y aplicar a la fuerza la dinámica y los principios de las economías de mercado -así como los análisis de los economistas imperialistas- al Estado y la economía chinos, ignorando sus características distintivas, excepcionales o peculiares.
(165) Es cierto que en las tres últimas décadas China se ha convertido en una gran potencia económica mundial. Ahora es una nación con capacidades militares relativamente modernas y amplias que continúan expandiéndose. Mientras tanto, el imperialismo occidental, incluido el estadounidense, está experimentando una debilidad, un declive y una fragmentación históricos. Sin embargo, se trata todavía de un proceso en curso, plagado de contradicciones, y su resultado final no es tan fácil de predecir.
(166) A este respecto, examinemos primero el ascenso de China. En pocas décadas, se ha convertido en la segunda economía mundial. Si tenemos en cuenta el tamaño de la población, se trata del mayor crecimiento económico de la historia de la humanidad, en el que un país de 1.000 a 1.500 millones de habitantes ha logrado una expansión económica continua durante varias décadas sin grandes declives.
(167) En 1949, en la época de la revolución, China era un país extremadamente atrasado sumido en la pobreza, el analfabetismo, la ignorancia, la esclavitud y la barbarie. Hoy es una sociedad civilizada, urbana, industrial, alfabetizada y sana. En términos de nivel de vida, cultura y desarrollo, se encuentra en un nivel en el que la comparación con países como Pakistán, India y Bangladesh ni siquiera es válida. Conviene recordar que, en 1947 o 1949, todos estos países estaban aproximadamente al mismo nivel económico.
(168) Desde 1978, el consumo de los hogares ha aumentado un 1800%. La tasa de alfabetización, que era sólo del 20% en 1949, es ahora del 98%. La esperanza media de vida de los ciudadanos chinos es superior a la de los estadounidenses. En los próximos días, según los estándares del Banco Mundial, China alcanzará el estatus de economía de «renta alta».
(169) La cuota de China en la economía mundial apenas superaba el 2% en 1982. Pero solo treinta años después, en 2012, había alcanzado casi el 15%. En 2010, China superó a Japón y se convirtió en la segunda economía mundial. Todo indica que en 2028 superará a Estados Unidos y se convertirá en la mayor economía del mundo. Ya es la mayor economía del mundo cuando el PIB se mide en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA), habiendo superado a Estados Unidos en esta métrica alrededor de 2014.
(170) En las dos décadas anteriores a 2022, la cuota de China en el PIB mundial aumentó del 8% al 18%, mientras que la de Estados Unidos descendió de casi el 20% al 15%. Según las cifras de 2024, la cuota de China ha alcanzado alrededor del 20%. El pánico entre los imperialistas occidentales no carece de razón: ¡las cifras hablan por sí solas!
(171) Entre 2011 y 2013, en tan solo dos años, China utilizó 6,6 gigatoneladas de hormigón: ¡dos gigatoneladas más de lo que Estados Unidos utilizó en todo el siglo XX! En la actualidad, China avanza rápidamente mediante fuertes inversiones en tecnologías de vanguardia como la inteligencia artificial, el tren de alta velocidad, la investigación espacial y la robótica, superando en muchos casos a Estados Unidos. El verdadero objetivo de las restricciones comerciales impuestas por EEUU no es simplemente corregir su balanza comercial, sino impedir que China avance en estos modernos sectores tecnológicos, considerados monopolio del imperialismo estadounidense u occidental.
(172) Desde finales de la década de 1970 hasta 2018, la economía china creció a una tasa media anual del 9,5%, mientras que la tasa media de crecimiento de la economía mundial fue solo del 2,8%. Esto significa que durante estos 40 años, ¡la economía china duplicó su tamaño cada ocho años!
(173) Tras la muerte de Mao y el ascenso al poder de Deng Xiaoping, el giro de China hacia las políticas de mercado en 1978 se convirtió en un importante apoyo económico e ideológico para el capitalismo occidental. Les proporcionó mano de obra extremadamente barata. Pero esta mano de obra no sólo era barata, sino también altamente cualificada, disciplinada, sana, civilizada y educada. Este es un punto muy importante.
(174) El imperialismo occidental creía que el proceso de restauración capitalista moldearía gradualmente a China hacia un sistema económico y político liberal o neoliberal y acabaría convirtiéndola en un Estado subordinado y sumiso. Tuvieron sueños similares con Rusia en el momento del colapso de la Unión Soviética. Pero, como vemos, en ambos casos, estos sueños se han convertido en pesadillas para ellos.
(175) ¿Por qué ocurrió esto? Es necesario considerar algunas razones fundamentales, la más importante de las cuales es la diferente evolución histórica de estas dos naciones en comparación con otras regiones atrasadas o colonizadas. En Rusia, la revolución bolchevique de 1917 eliminó tanto los restos feudales como el capitalismo, allanando el camino -aunque de forma estalinista o burocrática- a una economía planificada. Tras la revolución de 1949, China copió en gran medida el modelo económico soviético. Esta evolución histórica distingue a ambos países de las regiones capitalistas del sur de Asia, África y América Latina, asoladas por la crisis.
(176) La pregunta es: si la mano de obra barata y la economía de mercado fueron las únicas responsables del progreso de China después de 1978, ¿por qué no hemos visto un desarrollo similar en otros países del Tercer Mundo, salvo en algunos casos insignificantes o excepcionales? Por ejemplo, ¿cuál de estos dos elementos falta en Pakistán?
(177) La visión del mundo del capital no puede o no quiere responder a estas preguntas. El punto clave es que, a pesar de las ineficiencias y la mala gestión asociadas al control burocrático, el desarrollo económico y social logrado bajo la propiedad estatal y una economía planificada -mediante reformas agrarias, la relativa modernización de la agricultura, la industrialización a gran escala y el avance tecnológico- fueron tareas que el capitalismo no ha podido llevar a cabo en países como Pakistán. Todo el crecimiento económico de China posterior a 1978 se basa en los cimientos establecidos durante el gobierno de Mao después de 1949. Esto incluye la mano de obra cualificada, educada y sana mencionada anteriormente. Además, en esas décadas se construyó una enorme infraestructura económica y social, requisito básico para un mayor desarrollo y crecimiento.
(178) Discutiremos la economía política de la China post-revolucionaria y su actual modelo económico por separado en los próximos días. Pero el hecho básico es que los primeros planes quinquenales después de 1953, mediante la construcción de miles de fábricas y plantas, hicieron que China fuera en gran medida autosuficiente en la producción de acero, electricidad, camiones, tractores, aviones a reacción, maquinaria pesada, etc. Incluso en la década de 1980, en términos de renta y consumo, China era un país atrasado, pero sus indicadores sociales -analfabetismo, esperanza de vida, tasa de mortalidad infantil, etc.- eran mucho mejores que los del Pakistán y la India de 2025.
(179) Dejando a un lado las dos últimas décadas, el desarrollo de Rusia durante la era soviética fue incluso mayor que el de China.
(180) En este contexto histórico, queda claro que, a pesar de todos los perjuicios de la restauración capitalista total o parcial, Rusia y China tenían las bases económicas que les permitieron adoptar una política relativamente independiente y autónoma hacia Occidente.
(181) Sin embargo, también es necesario considerar la significativa divergencia en las trayectorias de ambos países después de la década de 1980, causada por las diferentes formas e intensidades de la restauración capitalista. El colapso de la Unión Soviética destruyó el Estado estalinista y, bajo la doctrina de la «terapia de choque», se vendieron los activos del Estado en un saqueo sin precedentes. Como resultado, surgió una burguesía extremadamente corrupta, despiadada y mafiosa, compuesta por antiguos burócratas y élites advenedizas, junto con un Estado de estilo similar.
(182) Basta pensar en Putin, cuya riqueza personal se estima en más de 200.000 millones de dólares. Así surgió en Rusia una forma profundamente nepotista de capitalismo de amiguetes, que no puede funcionar sin un gobierno autoritario y alberga ambiciones imperialistas que recuerdan al antiguo régimen zarista. No es casualidad: el emblema estatal de la Rusia de Putin es el mismo águila bicéfala con una corona real y una cruz que se utilizaba en la época zarista. En tales Estados, los que están en el poder tratan los bienes nacionales como su propiedad personal.
(183) En un nivel más profundo, Rusia aún no se ha recuperado del trauma del colapso de la Unión Soviética y de la «terapia de choque». Aunque hubo cierta recuperación económica en los primeros años de Putin, la economía lleva mucho tiempo estancada y sigue dependiendo en gran medida de los ingresos del petróleo y el gas. Las economías basadas en la explotación de recursos naturales pueden acumular riqueza, pero a menudo están huecas y carecen de cimientos sólidos, un fenómeno conocido como el «mal holandés». Además, cultural y socialmente, Rusia es una sociedad en crisis.
(184) En China, la naturaleza de la restauración capitalista fue bastante diferente. El factor más importante es que el Estado estalinista no sólo sobrevivió, sino que conservó un control significativo sobre la economía. La última privatización importante en China se produjo a finales de los años noventa, y consistió en la venta o el cierre de industrias pequeñas, no rentables o no esenciales. Sin embargo, sectores clave como la banca, las finanzas y las grandes industrias siguieron siendo propiedad del Estado, y se modernizaron e integraron como pilares de la economía nacional. Aún hoy, China es la única gran economía en la que siguen vigentes los planes quinquenales. La propiedad, el control y la planificación estatales han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo del país durante las últimas décadas. Este aspecto del «modelo chino» rara vez se destaca en países como Pakistán.
(185) Pero ésta es sólo una cara de la moneda, presentada por los apologistas de la burocracia china como un «todo va bien». La verdad es que, desde 1990, el sector privado se ha expandido rápidamente en China y ahora controla más del 50% de la economía. Ha surgido una nueva burguesía, que incluye a más de 800 multimillonarios e incontables millonarios. La corrupción, la explotación de clase, la competencia, la prostitución, la delincuencia y la desigualdad económica se han disparado. El Partido Comunista Chino ha pasado de ser una organización ideológica a una colosal empresa comercial cuya tarea es gestionar y controlar este monstruo del «capitalismo de Estado».
(186) Es cierto que las palancas clave de la economía siguen bajo el control del Estado, pero este sistema económico contradictorio no es en absoluto estable. Las recientes crisis en el mercado de valores y en el sector inmobiliario de China, la retórica de Xi Jinping sobre la «prosperidad común», las reorganizaciones burocráticas, las medidas enérgicas contra la corrupción -a veces incluso dirigidas contra los principales capitalistas y burócratas que desafían las directrices del partido-estado-, junto con una severa censura y represión, indican que esta configuración alberga contradicciones y problemas significativos, que pueden aflorar de forma más evidente en el futuro.
(187) Además, en términos de renta media per cápita, también está claro que, a pesar de todo el crecimiento y desarrollo, China sigue estando muy por detrás de las economías imperialistas occidentales. Comparado con el PIB per cápita de 80.000 dólares de Estados Unidos, el de China es de sólo 13.000 dólares (incluso en términos de PPA, es menos de un tercio del de Estados Unidos). Se trata de una brecha enorme. Para intentar salvarla, la burocracia china está ampliando su influencia y su alcance económico a escala mundial, porque es imposible avanzar sin un acceso a gran escala a recursos externos. Algunos investigadores sostienen incluso que los recursos necesarios para que China alcance el nivel económico de Estados Unidos ¡simplemente no existen en el planeta!
(188) La llamada «India brillante» de Modi es una parodia hueca y grotesca frente a los avances de China. Las estadísticas que sustentan este supuesto progreso son muy exageradas, y sus beneficios para las amplias masas trabajadoras son insignificantes. Se trata de una forma de crecimiento aún peor que la que se observó en Pakistán bajo el gobierno de Musharraf. Ha llevado la desigualdad en India a niveles peores que durante la época colonial británica. Por un lado, hay 7 millones de indios acomodados o de clase media-alta que figuran entre los más ricos del mundo. Por otro, hay 700 millones de indigentes cuyas condiciones son peores que las de los empobrecidos de las naciones africanas. Según un estudio reciente de la empresa india de capital riesgo Blume, 1.000 millones de indios no pueden ni siquiera plantearse gastar en algo más que en necesidades muy básicas e inmediatas.
(189) La cuota del 10% de los indios más ricos en la renta nacional ha pasado del 34% en 1990 a más del 57% en la actualidad, mientras que la del 50% más pobre ha disminuido del 22,5% a sólo el 15%. ¿Puede mantenerse bajo control una sociedad así sin avivar continuamente la histeria religiosa, el odio y la superstición?
(190) En cuanto a los BRICS, la alianza original estaba formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Ahora se han unido también Egipto, Etiopía, los EAU e Indonesia. Sin embargo, a diferencia de las instituciones o alianzas imperialistas occidentales, el BRICS no está formado por economías homogéneas o armoniosas. La cuota de China en la economía mundial ronda el 20%, frente al 7% de India, y las de Rusia, Brasil y Sudáfrica apenas alcanzan el 3%, el 2,4% y el 0,6%, respectivamente.
(191) Además, la mayoría de los Estados miembros no mantienen relaciones cordiales entre sí. India tiene tensiones históricas con China; existen contradicciones entre Rusia y Brasil; e Irán mantiene antiguas disputas con las naciones árabes.
(192) También hay que tener en cuenta que el imperialismo occidental sigue dominando el mundo no sólo desde el punto de vista financiero, sino también militar. El dólar estadounidense sigue siendo la divisa mundial dominante, ya que participa en el 90% de todas las transacciones de divisas y en el 50% del comercio mundial, mientras que el 60% de las reservas de divisas se mantienen en dólares. El papel del yuan chino ha aumentado en los últimos años, pero sólo representa el 7% de las transacciones de divisas y el 3% de las reservas mundiales.
(193) Detrás de este dominio del dólar se esconde un formidable poder militar. Estados Unidos tiene 750 bases militares en 80 países, mientras que China sólo tiene cuatro, de las cuales sólo la de Yibuti es significativa, aunque China pretende establecer más en el futuro. El armamento estadounidense sigue siendo el más avanzado del mundo, y Estados Unidos gasta al menos tres veces más que China en asuntos militares.
(194) Aunque China está modernizando rápidamente su ejército, tanto en cantidad como en calidad sus capacidades siguen siendo inferiores a las de Estados Unidos. Rusia está aún más rezagada, razón por la cual ambas naciones evitan una amplia expansión militar e intentan concentrar su fuerza militar dentro de sus fronteras o regiones.
(195) Rusia tiene 21 importantes instalaciones militares en todo el mundo, la mayoría en Asia Central y Europa del Este, además de Siria. Recientemente han surgido informes sobre bases rusas en naciones africanas como Burkina Faso, Mali y Níger.
(196) Cabe señalar que estos países africanos estuvieron hasta hace poco bajo una intensa dominación imperialista francesa, incluida una presencia militar francesa. Sin embargo, los golpes militares impulsados por una profunda ira contra el imperialismo han forzado la salida de las tropas francesas.
(197) Sin embargo, estos nuevos regímenes militares no poseen ningún programa o plan revolucionario para abolir el capitalismo imperialista. Al igual que el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, se han inclinado hacia China y Rusia como alternativas al imperialismo occidental. Rusia también está desplegando su notorio Grupo Wagner en estas regiones.
(198) Esto es esencialmente un caso de «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». Sin embargo, las tendencias izquierdistas campistas presentan esta alineación como prueba de la postura «antiimperialista» de Rusia y China, un engaño en el mejor de los casos.
(199) En el pasado, las burocracias estalinistas de la Unión Soviética y China utilizaron despiadadamente a los movimientos antiimperialistas como herramientas de su política exterior y como moneda de cambio en los tratos con las potencias imperialistas. La realidad actual puede ser incluso peor. China y Rusia pueden conceder préstamos o ayudas relativamente baratos para ampliar su influencia, pero eso no significa que estén libres de ambiciones imperialistas. Como dice el refrán, «no hay almuerzo gratis».
(200) Lo mismo puede decirse del Banco de Desarrollo de los BRICS, que en comparación con el FMI o el Banco Mundial tiene poca importancia. Los Estados capitalistas, que controlan meticulosamente cada céntimo a la hora de asignar «fondos de desarrollo» o préstamos, no deben confundirse con organizaciones benéficas.
(201) Por lo tanto, dadas sus contradicciones internas y la actual crisis del capitalismo global, alianzas como los BRICS no son capaces de allanar el camino para un nuevo orden financiero global como el sistema de Bretton Woods.
(202) La economía mundial está siendo aplastada bajo una enorme carga de deuda. La deuda mundial se acerca ya al 300% del PIB mundial, un nivel peligrosamente alto. En los pocos años posteriores al COVID, la deuda ha aumentado un 43%, una tendencia insostenible.
(203) Además, el aumento de los tipos de interés tras la crisis de la deuda ha agravado la crisis de la deuda en la mayoría de los países del Tercer Mundo. Pakistán lo ha experimentado durante años, y el caso de Sri Lanka es bien conocido. Según las Naciones Unidas, 52 naciones en desarrollo se enfrentan a crisis de deuda, el 40% de las cuales corren el riesgo de impago. Estos países gastan más en el pago de intereses que en sanidad o educación.
(204) Si se intensifican las guerras comerciales mundiales, aumentarán tanto la inflación como los tipos de interés, lo que podría provocar crisis similares a las de Sri Lanka o Bangladesh en muchos más países.
(205) El capitalismo en todos los sentidos busca ahora destruir la raza humana. El declive del viejo imperialismo y el ascenso de nuevas potencias imperialistas han creado un desorden total. Tal es el grado de incertidumbre que incluso los responsables políticos no tienen ni idea de lo que nos deparará el mañana. Las viejas formaciones se están fundiendo en el horno de los acontecimientos actuales, pero todavía no ha surgido ninguna nueva forma. Son tiempos de prueba para los revolucionarios.
¡Lucharemos, venceremos!
(206) Entre las muchas distorsiones grotescas del estalinismo estaba el crimen teórico de presentar el materialismo histórico no como un método sino como un esquema preordenado de la historia -una metodología tomada de los mencheviques.
(207) La Historia conoce todo tipo de transformaciones y puede dar giros sumamente inesperados, algunos que pueden acercar la salvación, otros que pueden alejarla.
(208-I) Ninguna fase de la historia humana ha progresado nunca de forma automática, ni la transición del capitalismo se producirá por sí sola. Como Trotsky señaló hace mucho tiempo, si un sistema obsoleto no es derrocado conscientemente para impulsar la rueda de la historia hacia adelante, sociedades enteras corren el riesgo de desaparecer por completo, un destino que ha ocurrido a muchas civilizaciones a lo largo de la historia.
(208-II) La premisa central del materialismo histórico es que, en última instancia, son los seres humanos los que dan forma a la historia, y es la clase obrera la que puede liberar a toda la humanidad oprimida del atolladero del capital.
(209) Los escépticos, pesimistas y derrotistas pueden decir lo que quieran, pero la realidad es que las ideas y perspectivas de los maestros marxistas son hoy aún más relevantes y razonables que en su época. Con el crecimiento de las fuerzas productivas, la tecnología y las comunicaciones, la clase obrera posee hoy una fuerza numérica, un poder y un potencial revolucionario sin precedentes. El número de jóvenes en el mundo actual tampoco tiene parangón. Nunca antes habían estado tan maduras las condiciones para construir una sociedad basada en la abundancia, sin clases y sin explotación.
(210) La clase trabajadora no sólo existe, sino que desde hace 15 años despliega un anhelo y un esfuerzo inconscientes por cambiar la sociedad. La oleada de levantamientos, huelgas, protestas y movimientos revolucionarios desde 2008 ha desempeñado un papel clave en la configuración de un nuevo panorama mundial.
(211) En una región tras otra, los jóvenes han logrado lo que antes se consideraba inimaginable. Consideremos los recientes movimientos en Sri Lanka, Bangladesh y Kenia: en todos los casos, la gente ha incendiado palacios y pasillos del poder, considerados durante mucho tiempo símbolos de la autoridad absoluta del Estado y del terror. No se trata de acontecimientos ordinarios.
(212) Aunque en Sri Lanka se instauró un gobierno supuestamente de izquierdas para imponer una agenda neoliberal de forma «respetuosa con el pueblo», y en Bangladesh se está desviando el movimiento hacia el laberinto de la política electoral, no se ha resuelto ningún problema fundamental. Estos movimientos pueden estallar de nuevo.
(213) La formación de un nuevo partido por parte de los principales estudiantes del reciente movimiento de Bangladesh es un acontecimiento significativo. Es una medida relativamente sólida en las condiciones actuales, aunque su perspectiva sigue siendo pequeñoburguesa y centrista. Con el tiempo, pueden surgir diversas tendencias ideológicas en su seno.
(214) La rebelión popular en la zona de Jammu y Cachemira administrada por Pakistán, que sacudió los cimientos del Estado imperialista, debe considerarse parte de la misma tendencia global.
(215) Es cierto que los movimientos en Estados Unidos, el mundo árabe y Europa en 2011 sufrieron reveses, algunos con consecuencias catastróficas. Pero toda lucha deja lecciones que moldean sutilmente las tácticas y estrategias futuras. Sin las lecciones de Egipto, hoy podríamos estar viendo una dictadura militar similar en Bangladesh.
(216) Sin embargo, una organización revolucionaria extrae sistemáticamente conclusiones de los acontecimientos pasados y las aplica a las luchas futuras: funciona como la memoria colectiva de la clase obrera.
(217) La embestida del neoliberalismo y el colapso de la Unión Soviética asestaron un duro golpe ideológico a la clase obrera, induciéndola a la parálisis, la desesperación y el derrotismo. La recuperación de semejante trauma lleva tiempo. Sin embargo, hoy en día, el capitalismo lucha por justificar su propia existencia. Estamos entrando en una nueva época, una nueva era.
(218) Tras retrocesos y estancamientos temporales, los trabajadores de los países occidentales vuelven a movilizarse. En Estados Unidos, tras décadas de estancamiento, el movimiento obrero vuelve a despertar. La exitosa huelga de cientos de miles de trabajadores de United Auto Workers, y los 33.000 trabajadores de Boeing que consiguieron aumentos salariales tras una huelga de 7 semanas, así lo atestiguan. Los trabajadores de Amazon, Starbucks y McDonald’s siguen participando en huelgas latentes. En Canadá y otros países occidentales se están produciendo disturbios laborales similares. Incluso en Alemania, la mayor economía de Europa, los trabajadores del transporte y de otros sectores están cada vez más movilizados.
(219) En Grecia están surgiendo señales del comienzo de una nueva fase de la lucha de clases. Con motivo del segundo aniversario del accidente ferroviario causado por la negligencia del gobierno y la reducción de personal -en el que murieron 57 personas-, cientos de miles de personas han participado en manifestaciones de protesta. También se están convocando protestas de este tipo para los próximos días, en las que se espera que se aborden cuestiones acuciantes como la austeridad, el desempleo y la privatización. Estas manifestaciones tienen el potencial de convertirse en un gran movimiento capaz de sacudir a toda Europa.
(220) Es cierto que, junto con la crisis del movimiento obrero, los sindicatos de todo el mundo se han enfrentado a la fragmentación, y hoy en día el número de trabajadores organizados en sindicatos es bastante bajo incluso en muchos países desarrollados. Sin embargo, esto también ha reducido la capacidad de las clases dominantes para controlar los movimientos a través del «amortiguador» de la burocracia sindical. La cuestión es que, existan o no sindicatos, la propia clase existe. No se puede esperar que soporte las privaciones y la miseria indefinidamente por la mera ausencia de sindicatos. Por lo tanto, las luchas futuras darán lugar a nuevas formas de solidaridad y organización entre los trabajadores.
(221) Mientras que la clase obrera en Occidente ha experimentado una importante atomización, China ha sido testigo de una notable emergencia del proletariado, que ahora cuenta con 770 millones de trabajadores. Si alguien desea ser testigo del «proletariado clásico de Marx», sólo tiene que visitar China, y allí lo verá con toda su fuerza. Cuando despierte el colosal proletariado de la China moderna, incluso los acontecimientos cruciales de 1949 palidecerán en comparación.
(222) Abraham Lincoln dijo una vez que se puede engañar a parte del pueblo todo el tiempo, y a todo el pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo. Lo mismo ocurre con las payasadas de Trump. El tipo de ofensiva que está montando puede influir momentáneamente en la gente u obligarla a guardar silencio. Pero Estados Unidos no es India ni Rusia. Sus acciones podrían desatar el malestar profundamente arraigado que hierve a fuego lento en la sociedad estadounidense de formas muy inesperadas. Todo el escenario podría cambiar de la noche a la mañana. Recientemente hemos visto un atisbo de ello en las protestas estudiantiles y las sentadas en las universidades estadounidenses, donde los jóvenes se solidarizaron con los palestinos.
(223) También en el resto del mundo no hace sino agravar la crisis. En las regiones subdesarrolladas, las condiciones de vida ya son extremadamente duras: la vida se ha convertido en una condena sin fin. Incluso un pequeño aumento de la inflación o un acontecimiento aparentemente insignificante pueden desencadenar trastornos masivos. Desde 2011, hemos visto cómo este patrón se repetía una y otra vez.
(224) En estos tiempos, los revolucionarios no debemos aferrarnos a un falso optimismo ni hundirnos en la desesperación y la inacción. Nuestra tarea sigue siendo la misma: llevar adelante el deber que Marx y Engels asumieron hace casi dos siglos con la publicación del Manifiesto Comunista. Es una lucha prolongada e inflexible, pero en ella reside la verdadera alegría de vivir y la esperanza de la emancipación de la humanidad.
Comité Ejecutivo
La lucha
Sección de Pakistán de la Liga Socialista Internacional (ISL)
Lahore, Pakistán
16 de marzo de 2025
Apéndice 1
AI Going Deep Seek
Publicado por primera vez en el Blog de Michael Roberts el 28 de enero de 2025.
La mayoría de los lectores conocerán ya la noticia. DeepSeek, una empresa china dedicada a la IA, publicó un modelo de IA llamado R1 que es comparable en capacidad a los mejores modelos de empresas como OpenAI, Anthropic y Meta, pero fue entrenado a un coste radicalmente inferior y utilizando chips de GPU de última generación. DeepSeek también hizo públicos suficientes detalles del modelo como para que otros puedan ejecutarlo en sus propios ordenadores sin coste alguno.
DeepSeek es un torpedo que ha alcanzado a las Siete Magníficas empresas estadounidenses de alta tecnología por debajo de la línea de flotación. DeepSeek no utilizó los últimos y mejores chips y software de Nvidia; no requirió enormes gastos para entrenar su modelo de IA, a diferencia de sus rivales estadounidenses; y ofrece otras tantas aplicaciones útiles.
DeepSeek construyó su R1 con los chips más antiguos y lentos de Nvidia, que las sanciones estadounidenses habían permitido exportar a China. El gobierno estadounidense y los titanes tecnológicos pensaban que tenían el monopolio del desarrollo de la IA debido a los enormes costes que suponía fabricar mejores chips y modelos de IA. Pero ahora el R1 de DeepSeek sugiere que las empresas con menos dinero pronto podrán explotar modelos de IA competitivos. R1 puede utilizarse con un presupuesto muy reducido y con mucha menos potencia de cálculo. Además, R1 es tan bueno como sus rivales en «inferencia», la jerga de la IA para cuando los usuarios cuestionan el modelo y obtienen respuestas. Y funciona en servidores para todo tipo de empresas, de modo que no necesitan «alquilarlo» a precios enormes a empresas como OpenAI.
Y lo que es más importante, el R1 de DeepSeek es de «código abierto», es decir, sus métodos de codificación y entrenamiento están abiertos a todo el mundo para que los copie y desarrolle. Esto supone un duro golpe para los secretos «patentados» que OpenAI o Gemini de Google encierran en una «caja negra» para maximizar sus beneficios. La analogía aquí es con los productos farmacéuticos de marca y los genéricos.
El gran problema para las empresas estadounidenses de IA y sus inversores es que parece que la construcción de enormes centros de datos para albergar múltiples y costosos chips puede no ser necesaria para lograr resultados suficientemente satisfactorios. Hasta ahora, las empresas estadounidenses han estado acelerando enormes planes de gasto y tratando de recaudar ingentes cantidades de financiación para hacerlo. De hecho, el mismo lunes en que el R1 de DeepSeek saltaba a las noticias, Meta anunciaba otros 65.000 millones de dólares de inversión, y solo unos días antes el presidente Trump anunciaba subvenciones gubernamentales de 500.000 millones de dólares a los gigantes tecnológicos como parte del llamado proyecto Stargate. Irónicamente, el director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, dijo que invertía porque «queremos que Estados Unidos establezca el estándar mundial de IA, no China.» Vaya por Dios.
Ahora a los inversores les preocupa que este gasto sea innecesario y, lo que es más importante, que afecte a la rentabilidad de las empresas estadounidenses si DeepSeek puede ofrecer aplicaciones de IA a una décima parte del coste. Cinco de los mayores valores tecnológicos orientados a la IA -el fabricante de chips Nvidia y los llamados «hiperescaladores» Alphabet, Amazon, Microsoft y Meta Platforms- perdieron en conjunto casi 750.000 millones de dólares de su valor bursátil en un solo día. Y DeepSeek amenaza los beneficios de las empresas de centros de datos y los operadores de agua y electricidad que esperan beneficiarse de la enorme «escalada» de los Siete Magníficos. El boom bursátil estadounidense se concentra en gran medida en los «Siete Magníficos».
¿Ha pinchado DeepSeek la enorme burbuja bursátil de los valores tecnológicos estadounidenses? El inversor multimillonario Ray Dalio cree que sí. Ha declarado al Financial Times que «los precios han alcanzado niveles elevados al mismo tiempo que existe un riesgo de tipos de interés, y esa combinación podría pinchar la burbuja… El punto del ciclo en el que nos encontramos ahora es muy similar al que teníamos entre 1998 y 1999», afirmó Dalio. «En otras palabras, hay una nueva tecnología importante que sin duda cambiará el mundo y tendrá éxito. Pero algunos confunden eso con que las inversiones tengan éxito».
Pero puede que no sea así, al menos de momento. Puede que las acciones de la empresa de chips de inteligencia artificial Nvidia se hayan desplomado esta semana, pero su lenguaje de codificación «propietario», Cuda, sigue siendo el estándar de la industria estadounidense. Aunque sus acciones cayeron casi un 17%, eso sólo las devuelve al nivel (muy, muy alto) de septiembre.
Mucho dependerá de otros factores como que la Fed estadounidense mantenga altos los tipos de interés por un retroceso en la caída de la inflación y de si Trump procede a lo grande con sus amenazas arancelarias y migratorias que no harán más que avivar la inflación.
Lo que debe enfurecer a los oligarcas de la tecnología que adulan a Trump es que las sanciones estadounidenses a las empresas chinas y las prohibiciones a las exportaciones de chips no han impedido que China siga avanzando en la guerra de la tecnología y los chips con Estados Unidos. China se las está arreglando para dar saltos tecnológicos en IA a pesar de los controles a la exportación introducidos por la administración Biden con la intención de privarla tanto de los chips más potentes como de las herramientas avanzadas necesarias para fabricarlos.
Huawei, el campeón tecnológico chino, se ha convertido en el principal competidor de Nvidia en China en chips de «inferencia». Y ha estado trabajando con empresas de IA, incluida DeepSeek, para adaptar modelos entrenados en GPU de Nvidia para ejecutar inferencia en sus chips Ascend. «Huawei está mejorando. Tienen una oportunidad, ya que el Gobierno está diciendo a las grandes empresas tecnológicas que tienen que comprar sus chips y utilizarlos para inferencia», afirma un inversor en semiconductores de Pekín.
Esta es una demostración más de que la inversión planificada en tecnología y competencias tecnológicas dirigida por el Estado chino funciona mucho mejor que depender de enormes gigantes tecnológicos privados dirigidos por magnates. Como dijo Ray Dallo: «En nuestro sistema, en general, estamos pasando a un tipo de política más industrial-compleja en la que va a haber una actividad ordenada por el gobierno e influida por el gobierno, porque es muy importante… El capitalismo por sí solo -el afán de lucro por sí solo- no puede ganar esta batalla».
Sin embargo, los titanes de la IA aún no son el titán. Siguen adelante con su «escalada» invirtiendo cada vez más miles de millones en centros de datos y chips más avanzados. Esto está consumiendo potencia informática de forma exponencial.
Y, por supuesto, no se tiene en cuenta lo que a los economistas convencionales les gusta llamar educadamente «externalidades». Según un informe de Goldman Sachs, una consulta ChatGPT necesita casi 10 veces más electricidad que una búsqueda en Google. El investigador Jesse Dodge hizo algunos cálculos aproximados sobre la cantidad de energía que consumen los chatbots de inteligencia artificial. «Una consulta a ChatGPT consume aproximadamente la misma electricidad que una bombilla encendida durante 20 minutos», explica. «Así que, puedes imaginar que con millones de personas usando algo así cada día, eso suma una cantidad realmente grande de electricidad». Más consumo de electricidad significa más producción de energía y, en particular, más emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles fósiles.
Google tiene el objetivo de alcanzar las emisiones netas cero en 2030. Desde 2007, la empresa ha afirmado que sus operaciones eran neutras en carbono debido a las compensaciones de carbono que compra para igualar sus emisiones. Pero, a partir de 2023, Google escribió en su informe de sostenibilidad que ya no iba a «mantener la neutralidad operativa de carbono». La compañía dice que sigue presionando para alcanzar su objetivo de cero emisiones netas en 2030. «La verdadera motivación de Google aquí es construir los mejores sistemas de IA que puedan», dice Dodge. «Y están dispuestos a invertir una tonelada de recursos en ello, incluyendo cosas como el entrenamiento de sistemas de IA en centros de datos cada vez más grandes hasta llegar a superordenadores, que incurren en una enorme cantidad de consumo de electricidad y, por lo tanto, de emisiones de CO2.»
Luego está el agua. Mientras EE.UU. se enfrenta a sequías e incendios forestales, las empresas de IA están chupando el agua de las profundidades para «enfriar» sus megacentros de datos y proteger así los chips. Más que eso, las empresas de Silicon Valley están tomando cada vez más el control de la infraestructura de suministro de agua para satisfacer sus necesidades. Las investigaciones sugieren, por ejemplo, que se podrían haber utilizado unos 700.000 litros de agua para refrigerar las máquinas que entrenaron a ChatGPT-3 en las instalaciones de datos de Microsoft.
Entrenar modelos de IA consume 6.000 veces más energía que una ciudad europea. Además, aunque minerales como el litio y el cobalto se asocian más comúnmente a las baterías del sector del motor, también son cruciales para las baterías utilizadas en los centros de datos. El proceso de extracción suele implicar un uso importante de agua y puede provocar contaminación, lo que socava la seguridad hídrica.
Sam Altman, el anterior héroe sin ánimo de lucro de Open AI, pero que ahora busca maximizar los beneficios de Microsoft, argumenta que sí, que por desgracia hay «compensaciones» a corto plazo, pero que son necesarias para alcanzar la llamada AGI; y que la AGI nos ayudará a resolver todos estos problemas, por lo que la compensación de las «externalidades» merece la pena.
¿AGI? ¿Qué es? La inteligencia artificial generalizada (IAG) es el santo grial de los desarrolladores de IA. Significa que los modelos de IA llegarían a ser «superinteligentes», muy por encima de la inteligencia humana. Cuando se consiga, promete Altman, su IA no sólo podrá hacer el trabajo de un solo trabajador, sino el de todos ellos: «La IA podrá hacer el trabajo de una organización». Esto sería el colmo de la maximización de la rentabilidad al acabar con los trabajadores en las empresas (¿incluso en las empresas de IA?), ya que las máquinas de IA se encargan de operarlo, desarrollarlo y comercializarlo todo. Este es el sueño apocalíptico para el capital (pero una pesadilla para la mano de obra: sin trabajo, sin ingresos).
Por eso Altman y los demás magnates de la IA no dejarán de ampliar sus centros de datos y desarrollar chips aún más avanzados sólo porque DeepSeek haya rebajado sus modelos actuales. La empresa de investigación Rosenblatt pronostica la respuesta de los gigantes tecnológicos: «En general, esperamos que el sesgo esté en la mejora de la capacidad, esprintando más rápido hacia la inteligencia artificial general, más que en la reducción del gasto». Nada debe detener el objetivo de la IA superinteligente.
Algunos ven en la carrera por alcanzar la AGI una amenaza para la propia humanidad. Stuart Russell, catedrático de Informática de la Universidad de California en Berkeley, afirmó que «incluso los directores ejecutivos que participan en la carrera han declarado que quien gane tiene una probabilidad significativa de causar la extinción humana en el proceso, porque no tenemos ni idea de cómo controlar sistemas más inteligentes que nosotros», dijo. «En otras palabras, la carrera AGI es una carrera hacia el borde de un precipicio».
Puede ser, pero sigo dudando de que la «inteligencia» humana pueda ser sustituida por la inteligencia de las máquinas, principalmente porque son diferentes. Las máquinas no pueden pensar en cambios potenciales y cualitativos. Los nuevos conocimientos surgen de esas transformaciones (humanas), no de la ampliación de los ya existentes (máquinas). Sólo la inteligencia humana es social y puede ver el potencial de cambio, en particular el cambio social, que conduce a una vida mejor para la humanidad y la naturaleza.
Lo que la aparición de DeepSeek ha demostrado es que la IA puede desarrollarse hasta un nivel que puede ayudar a la humanidad y a sus necesidades sociales. Es gratuita y abierta y está a disposición del menor usuario y desarrollador. No se ha desarrollado con ánimo de lucro ni para obtener beneficios. Como dijo un comentarista «Quiero que la IA me lave la ropa y los platos para poder dedicarme al arte y la escritura, no que la IA me lave el arte y la escritura para poder dedicarme a lavar la ropa y los platos». Los directivos están introduciendo la IA para «facilitar los problemas de gestión a costa de las cosas para las que mucha gente no cree que deba utilizarse la IA, como el trabajo creativo… Si la IA va a funcionar, tiene que venir de abajo arriba, o la IA va a ser inútil para la gran mayoría de la gente en el lugar de trabajo».
En lugar de desarrollar la IA para obtener beneficios, reducir los puestos de trabajo y el sustento de los humanos, la IA bajo propiedad y planificación común podría reducir las horas de trabajo humano para todos y liberar a los humanos del trabajo duro para concentrarse en el trabajo creativo que sólo la inteligencia humana puede ofrecer. Recuerde que el «santo grial» fue una ficción victoriana y más tarde también de Dan Brown.
Apéndice 2
Siria: Un dictador sangriento menos y un futuro incierto
Publicado por primera vez como resolución por la ISL el 12 de diciembre de 2024.
En un Oriente Próximo ya gravemente devastado por el genocidio palestino y el ataque del Estado sionista de Israel contra Líbano, la dictadura draconiana de Bashar al-Assad cayó en Siria hace unos días y fue sustituida en el poder por un sector islamista al mando de una heterogénea coalición rebelde. Una nueva era llena de incertidumbres ha comenzado en el país y en la región.
Un desarrollo trascendental
Para el pueblo sirio y otros pueblos árabes de la región, este cambio supone un avance muy significativo. Pone fin a 54 años de gobierno dictatorial del clan Assad a través del partido Baath: 24 años bajo el recién depuesto Bashar y los 30 años anteriores bajo su padre Hafez. El régimen, de carácter nacionalista árabe populista, giró cada vez más a la derecha, negoció con distintos imperialismos y, sobre todo en las últimas décadas, nunca apoyó de forma significativa la resistencia palestina al colonialismo y genocidio de los colonos sionistas. Por el contrario, prácticamente se limitó a defender la causa palestina de boquilla y a utilizarla para la opresión interna. Esa es una de las razones por las que muchos palestinos, incluido Hamás, acogieron con satisfacción la caída de al-Assad.
Hay que señalar que el gobierno del Partido Baaz en Siria comenzó a mediados de la década de 1960 como un proyecto un tanto revolucionario y antiimperialista bajo dirigentes como Saleh Jaded. Sin embargo, debido a la falta de una dirección marxista, las confusiones ideológicas, los zigzagueos y las disputas intrapartidistas, acabó convirtiéndose en un capitalismo de amiguetes muy corrupto, que requirió una represión estatal sin precedentes e interminable de la gran mayoría de la población siria. La degeneración del régimen se aceleró a partir de la década de 1990 con la adopción de políticas económicas neoliberales y favorables al mercado, lo que provocó la pérdida del apoyo popular del que antes gozaba. Las deserciones en el Ejército Árabe Sirio y la victoria rebelde en apenas diez días confirman que el régimen estaba en decadencia y carecía de apoyo social. No se podía avanzar democráticamente con la tiranía corrupta al servicio de los intereses de la familia Assad y sus compinches en el poder. Por eso, tras la caída del régimen, las multitudes salieron a las calles a celebrarlo, tanto en Siria como en varios otros países. Actualmente, de los 24 millones de habitantes de Siria, 5 millones de refugiados, que huyeron de la guerra civil y la represión de 2011, viven en el extranjero y ahora han comenzado a regresar.
Debilitamiento de Rusia e Irán
Para ambos países, que también han estado sometidos a regímenes dictatoriales durante décadas, la caída de al-Assad implica un debilitamiento significativo de su influencia en la región. Tanto el gobierno de Putin como el de los mulás iraníes fueron durante años el apoyo político y militar fundamental del régimen de Assad. Los servicios secretos de Rusia, un imperialismo emergente ocupado con su invasión y guerra contra Ucrania, no previeron la ofensiva rebelde en Siria. Lo mismo puede decirse de un Hezbolá muy debilitado y, sobre todo, de la dictadura teocrática de Irán que, en lugar de liderar el «eje de resistencia» antisionista como había prometido, traicionó en la práctica la lucha palestina. En cualquier caso, tanto Irán como sus grupos interpuestos, así como Rusia, no estaban en condiciones de apoyar a un régimen vaciado que se desmoronaba como un castillo de naipes con sólo un ligero empujón. A su vez, Israel aprovechó el vacío de poder generado estos días para enviar tropas a la zona desmilitarizada entre los Altos del Golán -que ocupa ilegalmente desde 1967- y Siria.
La diversa alianza rebelde
Es diversa y abarca cuatro sectores, a veces en conflicto entre sí:
- Comité de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al-Sham, HTS): Grupo islamista suní que, en los últimos años, ha intentado presentarse como «moderado». Su brazo político es el Gobierno de Salvación Sirio, y su principal dirigente es al-Chara (alias al-Jolani).
- Ejército Nacional Sirio (SNA): Apoyado por Turquía, se le unió el Frente de Liberación Nacional y pretende crear una zona tampón en la frontera turca para impedir el avance de la lucha kurda.
- Fuerzas Democráticas Sirias (FDS): milicias kurdas dirigidas por las Unidades de Protección Popular (YPG). Con apoyo de EEUU, controlan la región de Rojava y sufren ataques del SNA.
- Hombres Libres de Siria (Ahrar al-Sham): Surgió en 2011 de la fusión de varios grupos ultraislamistas, influenciados por los talibanes afganos.
El ISIS (Estado Islámico/Daesh) no forma parte de esta alianza porque es rival del HTS, pero sigue existiendo y podría recuperar su presencia en la crisis actual.
No a las interferencias externas
En 2011, como parte de la Primavera Árabe, se produjo una rebelión popular contra la dictadura de Al Assad en Siria. Al-Assad la reprimió con dureza, desencadenando una guerra civil que causó 600.000 muertos -entre ellos más de 100.000 civiles- y diez millones de desplazados, la mitad internos y la otra mitad en el extranjero. Entre los sectores políticos y religiosos rebeldes -que inicialmente eran más independientes- ha crecido la influencia de Estados Unidos y Turquía, que tratarán de mantenerla o ampliarla. Tampoco puede ignorarse el apoyo de otros Estados reaccionarios, como Arabia Saudí, Qatar, Jordania y los EAU, a diversas facciones. Tal es la complejidad de la situación que estas potencias imperialistas pueden estar aliadas en una parte del país y enfrentadas en otra. Estos días, el HTS está negociando con el enviado de la ONU Geir Pedersen, el ex primer ministro asadista al-Jalali y representantes de otros países sobre la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que propone una «transición civil» de 18 meses, una nueva constitución y nuevas elecciones. Sin embargo, no se puede descartar la posibilidad de sangrientas luchas intestinas entre los grupos rebeldes durante el proceso.
¿Cuál es la salida?
La alegría expresada por amplios sectores del pueblo sirio por la caída del dictador no puede ocultar los riesgos existentes. Como decíamos, la situación está influenciada por las fuerzas imperialistas, el expansionismo turco y las sectas islamistas, entre ellas HTS, cuya estrategia es un Estado teocrático que no garantice los derechos democráticos, económicos y sociales largamente postergados. Una solución verdaderamente democrática debería incluir la convocatoria de una Asamblea Constituyente libre y soberana, en la que también pudieran participar los refugiados retornados, para reorganizar el país por una vía de liberación nacional y social, en solidaridad con la causa palestina, y en un estado laico para la coexistencia pacífica entre pueblos y religiones. La ISL se compromete a desarrollar una alternativa revolucionaria, antiimperialista y anticapitalista que luche por una Siria socialista en el marco de una federación socialista de Oriente Medio. Hacemos hincapié en que esto sólo es posible a través de la organización revolucionaria de las masas trabajadoras y el pueblo oprimido de Siria, en alianza con los oprimidos y explotados de Oriente Medio y más allá.
- Abajo todo tipo de intromisión imperialista y en Siria
- Abajo la teocracia y el fundamentalismo religioso
- Sin ilusiones en las fuerzas interpuestas y facilitadoras del imperialismo
- Deben respetarse las aspiraciones democráticas de las masas sirias
- Solidaridad y apoyo al pueblo sirio por una Siria democrática, laica y socialista
Apéndice 3
Aspectos clave del análisis y la política marxistas sobre la guerra de Ucrania
Publicado por primera vez como resolución por la ISL el 14 de marzo de 2023.
Poco después de la Segunda Guerra Mundial, los dos aliados en la guerra -la URSS y Estados Unidos- se repartieron partes del mundo en sus respectivas «esferas de influencia». Estados Unidos dominaba Europa Occidental y América Latina (entre otros países), mientras que la URSS dominaba Europa Oriental, partes de África y el Sudeste Asiático. Tuvieron una Guerra Fría, que incluyó muchas guerras por poderes.
El poder militar de ambas superpotencias era más o menos comparable. Sin embargo, la URSS perdió gradualmente la carrera armamentística hasta quedar significativamente por detrás de Estados Unidos; y lo mismo ocurrió con su economía.
Tras la disolución de la Unión Soviética, Ucrania se convirtió en Estado independiente mediante un referéndum celebrado en 1991.
La tierra de Ucrania y su pueblo estuvieron bajo el dominio de la Rusia zarista durante muchos siglos, durante los cuales el Estado ruso oprimió y explotó a Ucrania económica, cultural y políticamente, como haría cualquier Estado imperialista. Tras la Revolución de Octubre de 1917, Lenin y Trotsky adoptaron una postura marxista internacionalista hacia los pueblos oprimidos y el Estado revolucionario les permitió el pleno derecho a la autodeterminación, incluido el derecho a la secesión. El objetivo era crear una federación socialista voluntaria en la región y, en última instancia, en todo el mundo. Sin embargo, unos años más tarde, bajo el gobierno de Stalin, la posición marxista de Lenin sobre la cuestión nacional fue cancelada y sustituida por una política chovinista y represiva.
El colapso de la Unión Soviética fue instigado no sólo por el descontento dentro de Rusia (alimentado por la crisis de la economía burocráticamente planificada, la censura, las represiones estatales, etc.), sino también, en parte, por los sentimientos de privación nacional de los pueblos de Europa Oriental y Asia Central, que buscaban liberarse del yugo de la dominación y el control rusos (lo que comúnmente se conoce como «rusificación»), que la burocracia contrarrevolucionaria soviética adoptó como política tras la muerte de Lenin y el exilio forzoso de Trotsky de la URSS.
En este contexto, los sentimientos de privación y opresión nacional siempre han estado presentes en las masas trabajadoras de Ucrania; y el Estado ruso («Rusia») siempre ha sido percibido como una fuerza opresora e imperialista.
Tras el colapso de la URSS, Rusia degeneró en un país capitalista bajo un régimen autoritario de carácter «gángster/mafioso». Con el paso de los años, Putin se convirtió en un representante autoritario de la clase reaccionaria y corrupta de los capitalistas rusos que primero, como parte de la burocracia estalinista, saquearon y destruyeron la Unión Soviética y luego se hicieron multimillonarios mediante el robo y el saqueo del patrimonio público durante las privatizaciones.
Es cierto que, incluso en medio de su crisis, el imperialismo estadounidense sigue siendo actualmente el imperialismo más poderoso del planeta y por eso nos enfrentamos y denunciamos todas sus políticas y acciones a nivel internacional. Sin embargo, en gran parte de Europa del Este y Asia Central sigue siendo Rusia la que ejerce un papel opresor sobre otros pueblos y su objetivo es intentar extender su dominio todo lo posible.
Por lo tanto, independientemente de cómo cualquiera de nosotros considere a la antigua Unión Soviética («un Estado obrero degenerado» o «capitalismo de Estado»), no cabe duda de que en 2022, cuando Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania, mostró las acciones de un Estado capitalista de naturaleza imperialista cuyo objetivo es tratar de reforzar su influencia en toda la región y en el mundo. Su poderío militar y económico no tiene parangón en Ucrania.
Los gobernantes imperialistas nunca reconocen sus verdaderos motivos para invadir otros países. Estados Unidos y sus aliados afirmaron que intentaban «derrotar al fascismo» en la Segunda Guerra Mundial, aunque en realidad se trataba de un conflicto entre imperialistas por el dominio del mundo. Del mismo modo, la invasión de Irak se justificó con la afirmación de que Irak poseía «armas de destrucción masiva». Este tipo de excusas tan poco convincentes pueden encontrarse a lo largo de toda la historia de las invasiones imperialistas.
Rusia afirma que su invasión de Ucrania tiene como objetivo «desnazificar» el país y detener el «genocidio». Pero los resultados de las elecciones parlamentarias en Ucrania muestran claramente que sólo el 2% de la población ucraniana apoya a los nacionalistas de extrema derecha, porcentaje inferior al de Francia, Alemania, Italia y la mayoría de los demás países europeos.
Putin también afirma que la expansión de la OTAN obligó a Rusia a invadir Ucrania para protegerse del imperialismo occidental. Pero Rusia es en sí misma una potencia imperialista, con el mayor ejército de Europa y el mayor arsenal nuclear del mundo. En términos de renta per cápita, Rusia supera al menos cuatro veces la capacidad económica de Ucrania. En este indicador, se encuentra en una proporción similar a Pakistán y Afganistán. Además, la población de Rusia es de 140 millones de habitantes, mientras que en Ucrania es de sólo 35.
Los análisis de Lenin sobre las guerras entre naciones siempre comenzaban y terminaban con el análisis de qué camino fortalecería o debilitaría al movimiento obrero internacional. Es muy importante señalar que Lenin diferenciaba claramente entre «naciones opresoras» y «naciones oprimidas». Entendía que cuando los trabajadores de los países opresores se ponen del lado de su propia clase dominante contra los pueblos que conquistan u oprimen de otra manera, se debilita el movimiento obrero internacional. Esto se debe simplemente a que divide a los trabajadores de diferentes países entre sí, cuando sus intereses de clase son comunes. Las invasiones imperialistas sólo benefician a la clase dominante de los países opresores. Por lo tanto, cuando los trabajadores de los países opresores apoyan una invasión imperialista, van en contra de sus propios intereses de clase por dos razones: 1) ayudan a fortalecer a su propio enemigo de clase en casa; 2) siembran la desconfianza y la división entre sus hermanos y hermanas de clase en el país invadido.
El derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación debe incluir su derecho a resistir la invasión imperialista de la forma que elijan. De hecho, ha sido esta fuerte resistencia la que ha dificultado los planes militares de Putin en Ucrania. De nuevo, se trata de la clase obrera. Apoyar el derecho de los ucranianos de a pie a resistir la invasión rusa no significa apoyar políticamente a la clase dominante ucraniana contra la clase dominante rusa.
La invasión de Ucrania por Putin no ha hecho más que reforzar la debilitada posición de la OTAN a escala mundial y le ha dado justificación para una mayor expansión. También ha dado al régimen de Zelensky una brillante oportunidad de implementar todo tipo de políticas antiobreras y antidemocráticas que deben ser resistidas y combatidas con toda la fuerza de la solidaridad de clase y el programa socialista.
La política del derrotismo revolucionario no es apropiada en este caso, ya que sólo se aplica a las guerras entre imperialistas, especialmente cuando se libran a escala mundial. En este caso, Ucrania no es una potencia imperialista.
Además, a pesar de todo el apoyo militar y financiero del imperialismo occidental al Estado ucraniano, la OTAN todavía no ha entrado directamente en la guerra. Hasta ahora no han querido dar pasos concretos en esta dirección, como tampoco China. Así que todavía no se trata de una guerra global e interimperialista. Pero si tal situación se produjera (lo que sería extremadamente catastrófico y terrible), los revolucionarios tendríamos sin duda que reorganizar nuestra política, respondiendo, en primer lugar y como elemento central, a una guerra interimperialista y a nuestro rechazo de la misma, y a partir de ahí seguir apoyando el derecho de los pueblos oprimidos a defender su nación y decidir su destino. Si alguna vez se produce este cambio cualitativo en la disputa interimperialista, la dirección de la ISL responderá basándose en su programa y estrategia socialistas.
En cuanto a la situación actual de la guerra en Ucrania, nos parece necesario referirnos aquí a la estrategia de los maestros marxistas en situaciones similares. En el contexto de la invasión imperialista por Japón de la China semicolonial, Trotsky había propuesto la política de lucha contra los invasores japoneses para las masas trabajadoras chinas, sin abandonar su programa político y su independencia organizativa de clase. Las fuerzas imperialistas occidentales estaban plenamente implicadas en este conflicto y en diferentes momentos proporcionaron ayuda financiera, militar, política y diplomática a los nacionalistas chinos contra Japón. Entre ellas estaban Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia.
Durante la Revolución Rusa, en el periodo del posible avance de Kornilov hacia Petrogrado, los bolcheviques decidieron llevar a cabo una lucha política contra el gobierno de Kerensky y una lucha militar contra las fuerzas de Kornilov dentro de la misma estrategia. Una política similar fue propuesta por Trotsky durante la Guerra Civil Española, que implicaba una lucha política contra los estalinistas y los socialdemócratas, por un lado, y una lucha militar contra las fuerzas de Franco, por otro. En cualquier situación similar es importante tener en cuenta el equilibrio de fuerzas y analizarlo desde los intereses de nuestra clase.
Obviamente, los autoproclamados izquierdistas antiimperialistas que directa o indirectamente apoyan y justifican el ataque de Putin están cometiendo un gravísimo error. Del mismo modo, la aplicación de la política del derrotismo revolucionario en estas circunstancias equivale a reforzar la agresión rusa. Muchos de estos grupos están tan equivocados que se niegan a reconocer a Rusia no sólo como una potencia imperialista, sino también como un Estado capitalista. Tales tendencias ideológicamente insostenibles y oportunistas están condenadas al fracaso.
Por otro lado, apoyar o ser apologético con la OTAN o apoyar al gobierno burgués de Zelensky en Ucrania es en igual medida un grave error ideológico y político. Apoyamos la resistencia del pueblo ucraniano desde una posición independiente, en oposición al gobierno y a favor de los intereses globales de la clase obrera. Así lo hemos venido haciendo denunciando, en plena guerra, las medidas del gobierno ucraniano que afectan a los derechos sociales, sindicales y democráticos de los trabajadores y denunciando toda política económica pro-FMI o pro-Unión Europea.
En las circunstancias actuales, llamar a los trabajadores ucranianos a ignorar la agresión rusa y a tomar las armas contra el Estado ucraniano equivale a apoyar la agresión imperialista rusa. Pero si surgieran condiciones subjetivas y objetivas similares a las de Rusia en 1917, en las que los trabajadores ucranianos fueran capaces de derrotar la agresión rusa y derrocar al gobierno de Zelensky y al capitalismo en Ucrania, entonces no debe haber ni un momento de vacilación en realizar esta tarea histórica.
La tarea de derrocar al gobierno de Zelensky en Ucrania es revolucionaria y sólo pertenece a la masa obrera ucraniana. Ninguna potencia extranjera tiene derecho a decidir por la clase obrera ucraniana.
Ahora mismo, la campaña para acabar con la guerra y la invasión rusa de Ucrania debe llevarse a cabo con un programa anticapitalista más amplio, empezando por el apoyo de clase a los ucranianos de a pie que resisten la invasión rusa. Hay que condenar la agresión rusa y exigir la retirada inmediata de sus tropas; porque una victoria del pueblo ucraniano debilitará al régimen de Putin y abrirá una nueva situación favorable a la importantísima clase obrera rusa y a todos los pueblos de Europa del Este y, al mismo tiempo, intensificará la lucha de nuestra clase contra todos los gobiernos que intentan aplicar planes antiobreros y antipopulares. Partiendo de nuestra defensa del derecho del pueblo ucraniano a ser un país libre, decimos también que en las zonas de los territorios de Donetsk, Luhansk y Crimea, defendemos el derecho a la autodeterminación de su población, sin la presencia de tropas rusas para que sea una decisión verdaderamente democrática.
Al mismo tiempo, no sólo exigimos la retirada de la OTAN de toda Europa del Este, sino también la disolución completa de la OTAN y la anulación de todos sus pactos y planes militares que existen al servicio de su política expansionista. También expresamos nuestro rechazo a todas las políticas belicistas del imperialismo occidental y a los aumentos de los presupuestos militares en sus países. Además, rechazamos las sanciones económicas que afectan a la vida de la población rusa y de las familias trabajadoras. Y, por supuesto, exigimos la libertad de los que dentro de Rusia luchan contra la guerra. También presentamos un programa de expropiación revolucionaria de todas las riquezas y bienes de las clases dominantes rusa y ucraniana.
Hay que reafirmar la posición histórica de Lenin y Trotsky sobre la cuestión nacional y, como solución fundamental, presentar una confederación socialista voluntaria de todos los pueblos de Europa Oriental, el Cáucaso y Asia Central, sin ningún resurgimiento de la influencia imperial y sin desigualdad entre los pueblos. Y para desarrollar nuestra política contra la guerra, seguimos esforzándonos por fortalecer una organización revolucionaria dentro de Ucrania, como venimos haciendo con la Liga Socialista Ucraniana, así como en el resto de Europa del Este a través de otros camaradas de la ISL que se esfuerzan allí por difundir nuestras posiciones internacionalistas y socialistas.
En base a esta caracterización y a esta política, la ISL debe seguir promoviendo y participando en movilizaciones y otras acciones unitarias de solidaridad en todos los países del mundo donde sea posible y mantener la campaña internacional de apoyo a nuestros camaradas ucranianos.