Son 150 restos óseos y poco más: una suela de un zapato número 37, lo que parece un corbatín azul muy gastado, un llavero naranja con una llave, un reloj Casio con calculadora fabricado en Japón en 1982. Pero lo más raro, en este caso ya de por sí raro, es una moneda de 5 yenes que al principio fue confundida con «un dije con inscripciones en idioma extranjero».
Usada como dinero, como ofrenda en los templos o como amuleto, las monedas de 5 yenes forman parte de la cultura japonesa y se han acuñado durante siglos de diferentes maneras, tanto en oro como en cobre. Algunas son raras, sólo para coleccionistas. Hay quienes las consideran de buena suerte, otros de mala suerte.
Internet esta llena de referencias a esta moneda: «La moneda de cinco yenes, o go-en dama en japonés, no es una moneda común y corriente. Su significado va más allá de su tamaño y forma; es un poderoso símbolo de destino y azar». Un dato interesante: «Go-en en japonés se pronuncia igual que la palabra para destino o encuentros fortuitos». «Lo que está destinado a suceder», traducen también.
Ahora, ¿qué uso le daba el adolescente cuyos restos aparecieron enterrados en el jardín de un coqueto chalet de dos plantas ubicado en la Avenida Congreso 3742, en Coghlan? Eso aun no se sabe, al igual que muchas otras cosas.
Pero la moneda puede ser una pista clave tanto o más importante que el reloj Casio CA-90 con calculadora. Aunque se deterioró de tantos años en contacto con la tierra, el fiscal Martín López Perrando pudo determinar su año año de acuñación, que figura en una de sus caras: 1975, bastante anterior a la supuesta data de muerte del NN..
Un detalle para nada menor es que la fosa donde estaba enterrado el cuerpo tenía muy poca profundidad: unos 60 centímetros. Para los investigadores, esto indica claramente que fue cavada con descuido y apuro. Eso explicaría, también, por qué se dejaron con el muerto objetos que podrían llevar a su futura identificación.
La casa que alquiló Gustavo Cerati
Los restos del hasta ahora NN fueron encontrados por los obreros que trabajaban en el terreno que quedó tras una demolición en Congreso 3748. Allí había una casona en la que vivieron la artista Marina Olmi –hermana de Boy Olmi– y el músico Gustavo Cerati. Este ultimo la alquiló entre entre 2002 y 2003.
Estaban levantando una pared –donde siempre había solo una ligustrina como única separación–, cuando desde el jardín del chalet de Congreso 3742 hubo un desmoronamiento y quedaron expuestos los huesos.
En otras palabras, al menos que surja prueba nueva, el cuerpo estaba enterrado en la propiedad de Congreso 3742, habitada desde principios de los ’70 por la familia Graf, de ascendencia alemana.
Según los vecinos, en el chalet solo vive una viuda de unos 90 años que tiene dos hijos: una mujer que reside en el interior del país y un varón con domicilio en la misma cuadra.
Por el momento ningún miembro de esta familia fue llamado a declarar para preguntarle por qué había un cuerpo enterrado en su jardín. El fiscal López Perrando quiere tener un panorama completo antes de dar este paso. Para ello pidió ayuda al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que, entre otras cosas, debe determinar como murió el NN.
Por lo pronto ya se sabe que es un varón joven. Algunos hablan de un adolescente, otros que tenía entre 20 y 25 años. Se supone que tuvo una muerte violenta, pero esto aun está por confirmarse.
La clave del reloj
En 1980 la marca Casio copó el mercado con un reloj digital que tenía calculadora. Sobre esa base se fueron perfeccionando los modelos. Así apareció el Casio CA-90 que, fabricado en Japón, brillaba: no sólo tenia calculadora sino un juego similar al Space Invaders –pero con números– que fue toda una novedad para la época.
Fue muy popular. En internet la gente aun busca a toda costa uno original. Paradójicamente (o no) un CA-90 es la principal pista para tratar de resolver el misterioso caso del NN de de Coghlan.
Ya se determinó que el reloj comenzó a ser fabricado por Casio en 1982. Pero los primeros informes que le llegaron al fiscal indican que, por el numero de serie, el ejemplar encontrado entre los huesos pudo haber sido vendido en Buenos Aires recién en los ’90.
Esto no sólo pone un piso limite necesario a la antigüedad de los restos, sino que aporta un dato fundamental en la búsqueda. Es más fácil que alguien tome el detalle para reclamar por al algún familiar desaparecido entre 1980 y 1990.
«La casona la compramos hace más de 30 años a una mujer alemana, Olga Schuddekopf. Ella nos contó la historia de que antes había sido un geriátrico y previamente una capilla. Pero de esto estamos hablando hace más de 150 años», explicó la artista plástica Marina Olmi en una entrevista con TN luego de que se encontrara el cuerpo.
Olmi contó que en la época que la propiedad fue alquilada por Cerati era el centro de «juntadas musicales. Era un punto de encuentro que utilizaba Gustavo. Por allí pasaron Charly García, Hilda Lizarazu, Fito Páez y el flaco (Luis) Spinetta, entre tantos».
Esta circunstancia fashion le sumó interés periodístico al hallazgo de los huesos, pero lo cierto es que el crimen (porque esa es la hipótesis principal) en principio no tuvo que ver con esa propiedad sino con la de al lado: la del Congreso 3742.
MG