Ya se puede ver en los cines la última creación del cineasta Benjamín Ávila quien vuelve a entablar dupla con una de sus protagonistas preferidas: Natalia Orero, luego de trabajar juntos en Infancia clandestina (2012). Ahora presenta una nueva película titulada La mujer de la fila. Está basada en una historia real: lo que le sucedió a Andrea Casamento, creadora de la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (Acifad). Transcurre en el año 2004, fecha real de lo sucedido y que se mantuvo en la ficción. En el elenco también participan familiares de detenidos junto a Amparo Noguera, Alberto Ammann, Federico Heinrich, Marcela “Tigresa” Acuña y Lide Uranga, entre otros nombres. El guión fue compartido por Ávila junto a Marcelo Müller.
—¿Habías entrado a las cárceles?
NATALIA OREIRO: Si había estado en las de mujeres para la proyección de Gilda e Infancia clandestina. Pero ésta es la primera película que se filma en la cárcel de hombres. Igualmente es otro contexto, en general cuando se hacen proyecciones de cine, siempre se hace con las que tienen mejor conducta. Después pedí conocer la parte de cuidados mentales y eso me impactó mucho.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
—¿Cómo te llega esta historia real?
BENJAMÍN ÁVILA: Los productores ven una entrevista que le hace Andy Kusnetzoff a Andrea Casamento en la radio. Hace 8 años que empezaron a trabajar y por mi parte me sumé a los 4 años. Les di mi mirada y les interesó. Nos vinculamos con ella y con la Acifad, asociación que no sabía que existía. Espero que la película traiga un poco de luz no sólo sobre los presos, sino también sobre los familiares. Por lo general se muestra el lado oscuro de la sociedad de la cárcel, bueno, éste es el lado oscuro de los familiares, algo de lo que nunca se habla. Son generalmente mujeres quienes visitan las cárceles, madres, esposas, novias y poca gente conoce las condiciones a las que se exponen.
—¿Qué buscaste mostrar?
B.A: Es una película que viene a abrir puertas y no a marcar con el dedo. Básicamente lo que queremos es mostrar la perspectiva humana de esta problemática. Que es un poco lo que Acifad trae. Aprender de lo que ha sucedido en nuestra historia con otros organismos como Abuelas de Plaza de Mayo, que también tiene una visión donde se trata con amor y se busca integrar. No venimos a acusar ni al Servicio Penitenciario, ni a la Justicia, necesito que nos sentemos y hablemos porque somos parte del mismo problema. Esta filosofía es la que tiene Andrea y lo que viene a promover la película. La mujer de la fila no busca denunciar, sino abrir las puertas para poder mirarnos en esta problemática humana, que es muy compleja. No hay razones y nadie tiene una, sino que hay muchas del por qué cada uno está ahí y eso lo puede cambiar a todos.
—¿Qué fue lo que más te interesó del guión?
N.O: La película hace foco en que “a mí no me va a pasar”. Me impactó cuando la conocí a Andrea Casamento. Se muestra el prejuicio de la sociedad y creo que es lo más interesante que tiene. Se ve a una mujer de clase media que siente que su realidad la puede controlar, se junta con sus amigas y de pronto se encuentra en una situación absolutamente distinta. Tiene que hacer la misma fila que hace el resto de las mujeres, gritando que su hijo es inocente. La película busca crear un diálogo con la parte de la sociedad que cree que los familiares tienen la culpa, porque eso les pasa a muchos. Aparecen las mujeres reales, no son actrices y aceptaron ser filmadas. Fue hermoso, las venía conociendo desde hacía mucho tiempo antes, fui a reuniones y las escuché. Esto le da una verdad absoluta. Te enterás que no quieren contar en sus trabajos que tienen un hijo preso, por miedo a perderlo y a ser juzgadas. Además del dolor que les causa tener a un familiar en la cárcel, hay que sumar la estigmatización.
—El hablar con Andrea: ¿te ayudó a construir tu personaje?
N.O: Sí, con Andrea y con las otras mujeres. Ella es sin duda el corazón y el motor de esta película. Es una mujer con mucha personalidad, temperamento y convicción. Cambió su manera de ver el mundo. Va a haber un monitoreo del impacto social que va a tener esta película, con un QR la gente que vaya al cine podrá saber más sobre Acifad (Asociación Civil de Familiares de Detenidos en Cárceles) conocerlos y colaborar. Me parece maravilloso cómo desde el arte y desde el cine podemos transformar y colaborar con la sociedad. Visibilizar situaciones, pero también dar herramientas para que puedan acompañar. Vi tantas realidades, sufrimiento y alegría, porque terminan siendo amigas. Vi cómo dentro del dolor pueden sonreír o festejar.
—¿Qué fue lo más difícil para la actriz?
N.O: No hay algo que me haya costado en forma particular. Al interpretar a una mujer que públicamente no es conocida tuve la libertad de poder ponerle la impronta necesaria a mi Andrea. Con los años de alguna manera abracé la idea de encontrar dentro mío a los personajes y no tratar de generar en un exterior, porque eso no traspasa la pantalla. La película trabaja sobre el prejuicio general, pero también sobre la mirada materna, porque ella se convierte en una madre leona. Entramos a la cárcel con un equipo de trabajo muy unido. Todos sabíamos que estábamos haciendo algo luminoso, aunque fuera oscuro y creo que eso se ve.
—¿Cómo pasás de las comedias como “Campamento con mamá” o comedias negras como “Casi muerta” a estas historias?
N.O: Es una búsqueda y una elección. Si hiciera siempre drama me pesaría, a mí me cuesta mucho salir después. Entonces, siempre que hago un drama voy a una comedia. También filmé La noche sin mí de María Laura Berch y Laura Chiabrando, que se presentó en el Bafici y es una película muy asfixiante. Trato de ponerle luz hasta a los personajes oscuros, porque es parte de mi personalidad. Me gusta el humor, la comedia y cantar. Aquí en La mujer de la fila interpreto “Canción de las simples cosas” de Mercedes Sosa y Ricardo (Mollo, su pareja) toca la guitarra y me acompaña en los coros.
—La película no tiene golpes bajos…
B.A: Mi cine no es de golpes bajos. Esos recursos son de narrativa, por mi parte prefiero complejizar, porque justamente el golpe bajo nos ancla en una sola mirada. En cambio, cuando empezás a ver la manera de los otros y que cada uno tiene sus razones, ahí me parece que se aporta algo más a la temática, que es muy dura. Buscamos mostrar el lado oscuro de la sociedad. Lo que nadie quiere mirar, ni la política. La cárcel es muy difícil, no solo adentro, sino también afuera. Siento que nuestra sociedad toma a la prisión con mucha liviandad. Se dice que se entra y se sale y eso no es verdad. La cárcel es un prejuicio, un miedo, es algo que no se quiere ver por temor. La idea fue mostrar que hay otra manera de mirar esta problemática.
—¿Hoy hay más odio y violencia?
B.A: Creo que los prejuicios nos llevan al odio y éste nos lleva a separarnos. Prefiero ver la vida de otra manera, somos humanos, que podemos cometer errores, algunos muy graves. La sociedad pone un castigo, pero que no sea para empeorar, sino para construir algo nuevo para nosotros. En general, la cárcel destruye a las personas que están adentro, no las prepara para que cuando salgan puedan tener mejor condiciones. Sobre todo que tengan una mirada de sí mismos distintos. Hay un problema, la gente que cae primero a la cárcel el 95% es de clase social baja.