Cuando Adrien Brody protagonizó El pianista en el año 2002, el mundo del cine posó sus ojo sobre él. El drama de guerra dirigido por Roman Polansky, le valió al actor no solo numerosos galardones, sino que también lo posicionó en Hollywood y el mundo, como uno de los intérpretes más talentosos de su generación. Sin embargo, esa experiencia tuvo un lado muy difícil, según él mismo reveló en una reciente entrevista.
En una nota con la publicación New York Magazine, Brody confesó que componer a ese personaje le significó sufrir de trastorno por estrés postraumático, y al respecto detalló: “Apenas bebía agua cuando empezamos a filmar. Pero atravesé una transformación física que era necesaria para la narración. Eso de alguna manera me abrió, espiritualmente, a una profunda comprensión del vacío y del hambre, de un modo en el que jamás me había asomado”.
Cuando terminó de grabar esa película, el actor aseguró que padeció “un desorden alimenticio durante por lo menos un año”, y no solo eso, “también estuve deprimido otro tiempo” agregó el intérprete. Aunque en tono más descontracturado, consideró que la depresión pudo durarle “toda la vida”.
Con tan solo 29 años cumplidos, Adrien Brody ganó el Oscar a Mejor actor por El pianista, y en ese momento se convirtió en el hombre más joven en ser distinguido con dicho galardón. En los próximos meses, el neoyorkino confía en poder sumar una segunda estatuilla, si resulta nominado en esa categoría por su protagónico en The Brutalist, una ambiciosa producción que pisa muy fuerte de cara a la inminente temporada de premios en Hollywood.
Adrien Brody no solo encuentra su vocación en el cine, sino también en el modelaje e incluso el arte plástico, ya que también es pintor. Según contó en una entrevista con The Guardian, la pintura fue su refugio durante la pandemia. Trabajó sobre enormes lienzos extendidos en el piso de su casa, cuando tenía un momento libre durante el rodaje del film See How They Run (2022), en el que actúa con Sam Rockwell, Saorise Ronan y David Oyelowo.
También fue la pintura en donde canalizó su necesidad de expresión artística durante un tiempo en el que se alejó un poco de la actuación; justo antes de este período de regreso a un perfil más alto, en el que además de trabajar en películas dirigidas por Wes Anderson, incursionó en series como Peaky Blinders y Chapelwaite. Poco después también actuó en en Succession, la exitosa serie de HBO, en la que interpretó a un inversionista que tiene que lidiar con Logan y Kendall Roy.
Las inclinaciones artísticas vienen de familia: su padre, Elliott Brody, también es pintor y su madre, Sylvia Plachy, es una fotógrafa reconocida por su trabajo para publicaciones como The Village Voice. Las visitas del pequeño Adrien con su madre a las oficinas del semanario neoyorquino le permitieron conocer por dentro el funcionamiento de una redacción y ver cómo trabajan los periodistas.
En La crónica francesa, film que gira alrededor del funcionamiento de un diario, Brody encontró un universo que le fue reconocible. Y en una entrevista con LA NACIÓN, él aseguró: “Creo que en la película hay un amor y aprecio por cierto tipo de estilo periodístico, de escritura y de abordaje, y los recorridos de los periodistas que Wes retrata. Mi madre es fotógrafa y, de hecho, trabajó para The New Yorker. También hizo trabajos para muchas otras publicaciones y fue parte del staff de The Village Voice por décadas. Crecí entre muchos periodistas y gente creativa del mundo de los diarios y las revistas de Nueva York. El trabajo de ella es más bien el de una artista, aunque cubrió de todo, desde clubes sexuales hasta la guerra en Kuwait. Pero su trabajo es muy artístico. Mi padre es un artista plástico consumado y yo también pinto, así que además tengo una conexión con ese aspecto de la narración también”.
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